Dice el refranero castellano “año de nieves, año de bienes” y la verdad es que no podemos estar más de acuerdo. Después de un 2017 extremadamente seco, 2018 ha comenzado con grandes precipitaciones en todo el país, precipitaciones en forma de nieve.

El agua, sea en el estado que sea, es un gran aliado del viñedo en función de la época del año. También dice el refranero que “nunca llueve a gusto de todos” y aunque aquellos que han salido de viaje durante estos días han pasado malos momentos, el sector vitinícola (y agrario, en general) consideramos que la nieve es como oro caído del cielo.

Las precipitaciones caídas durante el invierno suponen que el suelo va a disponer, en principio, de recursos hídricos para que la planta desarrolle el ciclo vegetativo sin problemas. La nieve, además, es filtrada por el suelo mejor que la lluvia, pues permanece en la superficie durante un tiempo y se va deshaciendo poco a poco.

La nieve se deshace despacio y empapa el suelo

Otra de las ventajas de la nieve es que no hay escorrentías. Es decir, en terrenos con mucha pendiente la lluvia cae rápidamente al final de las laderas, lo que supone, en numerosas ocasiones, que en primavera habrá diferencias de maduración entre los racimos de las plantas que estén ubicadas al inicio de la pendiente y al final.

Durante el invierno, con las bajas temperaturas, la vid se encuentra en estado de reposo vegetativo. Durante este tiempo, la sabia deja de fluir por dentro de la planta y es el momento de realizar la poda de invierno.

Las precipitaciones en forma de nieve una vez concluida la poda, son asimismo muy positivas porque ayudan a cicatrizar los cortes y, por lo tanto, impedir que las bacterias se instalen en la vid.

La nieve también actúa como un poderoso desinfectante. Los hongos se suelen ‘cobijar’ en la corteza de las plantas para protegerse del frío, pero la nieve hace que no puedan estar ahí aislados. Lo mismo pasa en el suelo, la nieve evita que hongos y parásitos vivan en el suelo esperando a que suban las temperaturas.

La nieve retrasa la brotación

En años de nieves y heladas los viticultores suelen realizar menos tratamientos debido, precisamente, a que ésta ayuda a evitar ciertas plagas.

Aunque no sólo depende de la nieve, sino también de la climatología registrada en los meses posteriores, es común que se retrase la brotación.

En las regiones vinícolas de Castilla y León y, en particular, en la Denominación de Origen Ribera del Duero, existe riesgo de heladas tardías, al final de la primavera. Si la brotación se retrasa debido a la nieve, habrá menos riesgo de perder gran parte de la cosecha, como ocurrió durante la añada 2017.

Por último, el hecho de que nieve significa que volveremos a disponer de agua durante el deshielo. Esto no implica que ahora podamos malgastar el agua, los embalses aún se encuentran en mínimos históricos y las precipitaciones no son, ni mucho menos suficientes todavía. El agua, es el bien natural más preciado del que disponemos. Cuidémoslo.