Nada como emplear una frase popular para empezar con el tema de hoy; una frase que debe su existencia, precisamente, al vino o si no, a uno de los objetos imprescindibles en el proceso de su elaboración: a ojo de buen cubero; y así, un poco al azar, hemos elegido el tema que hoy nos ocupa porque describiremos someramente cómo se fabrican las barricas o toneles, una práctica que antiguamente realizaba el artesano tonelero y de cuyo trabajo era difícil obtener dos exactamente iguales.

bodega

En esta actividad tradicional, sus especialistas labraban a mano la madera y se guiaban fundamentalmente por la intuición, a pesar de lo cual, conseguían unas barricas o toneles que, aunque de dimensiones uniformes o parecidas, no eran idénticas… y de ahí la expresión a ojo de buen cubero, o enunciado popular con el que se daba a entender que lo realizado había sido fruto de la intuición y que por lo tanto, la medida del producto contenido era aproximada pero no exacta.

Sin embargo, tanto antes como ahora, la correcta fabricación de barricas era y es fundamental para conseguir un vino de calidad y, para ello, es indispensable poder contar con las láminas de madera de longitud y anchura determinadas que permitan su ensamblaje dando lugar a la barrica que todos conocemos.

Y como todo oficio, este cuenta también con su propio vocabulario. Las duelas o láminas de manera que acabamos de mencionar, indispensables en la construcción de una barrica de vino, suelen ser de madera de roble. Por sus características, el corazón del tronco del roble es el que suministra la materia prima en este proceso.

aros provisionales

Conseguida la madera de roble, cortados, serrados y lijados los listones de madera o duelas, el siguiente paso consiste en conseguir moldearlos con ángulos rectos de medidas exactas. El grosor de todas ellas deberá ser idéntico.

A lo largo del proceso descrito, es importante ir dejando secar las duelas durante largos períodos de tiempo, para poder continuar después con el complejo y delicado montaje de las láminas que, ya preparadas, montará y ensamblará un especialista en la materia.

Solo un artesano tonelero experto en el tema sabe cómo ensamblar las piezas de la cuba de vino, un proceso que requiere de la colocación de las duelas alrededor de un aro que necesita del calor del fuego para poder ser manipulado y dar cuerpo a la madera. En este proceso, el calor y la temperatura del fuego son imprescindibles para que la madera libere los aromas que le son característicos y sea considerada apta para contener un tipo de vino u otro.

El interior de la barrica deberá ser pulido a continuación, proceso al que le siguen la corrección de descuadres o grietas, la colocación de los fondos de la barrica y la unión de los aros preparados para sujetar las duelas e impedir su movimiento.

obtención de las tablas

La última parte consiste en hacer la apertura de la barrica por la que esta se llenará de agua hirviendo, un paso con el que se comprueba que no hay escape de líquido y se eliminan las impurezas o restos que pudieran haber quedado durante el proceso de fabricación.

A partir de aquí, la calidad de una buena barrica determina la calidad del vino que contenga y asegura además, la vida de la bodega en la que habita.