Desde Bodegas Comenge siempre hemos tenido claro que una de las partes fundamentales para obtener un vino de calidad es cultivar y cuidar nuestro propio viñedo. Sólo así podemos controlar todos los parámetros que consideramos importantes, como el equilibrio vegetativo, los tratamientos siempre ecológicos o los rendimientos productivos.

Si bien es cierto que durante los casi 20 años que llevamos de trayectoria hemos realizado pequeñas ampliaciones de nuestro terreno, este año hemos querido dar un impulso y, por ello, hemos realizado la plantación de 15 nuevas hectáreas de viñedo tras una exhaustiva búsqueda del mejor terreno posible.

Hemos adquirido 5 nuevas hectáreas en Curiel de Duero, pueblo en el que se encuentra Bodegas Comenge, continuación del viñedo que actualmente la rodea. Suelo también predominantemente calizo, con un buen porcentaje de arcilla que nos garantiza una buena capacidad de retención de agua y una correcta alimentación mineral de las plantas. Este tipo de suelo formado por descomposición de la roca madre caliza del páramo imprime a la variedad Tempranillo el carácter que más nos gusta: su elegancia y profundidad.

Las otras 10 hectáreas se encuentras en Canalejas, una localidad situada a 15 km de Curiel, en el valle formado por el río Duratón. Se trata de una parcela a 905 metros altitud orientada al norte, con suelos menos alcalinos que en Curiel de Duero, pero que mantienen un porcentaje alto de caliza, un buen nivel de materia orgánica y una excelente capacidad de retención de agua.

Los recursos hídricos discurren por las capas más profundas del suelo hasta alcanzar el borde del páramo, pasando a partir de ese momento por la superficie de la ladera que va a buscar el fondo del valle del río Duratón, afluente del Duero y al que vierte sus aguas en la cercana localidad de Peñafiel.

Para elección de esta parcela ha primado el interés por adaptar el viñedo a las nuevas condiciones meteorológicas que nos estamos encontrando en los últimos años, con veranos cada vez más largos y un considerable aumento de las temperaturas medias mensuales. En estas condiciones, la búsqueda de nuevos emplazamientos para nuestro viñedo que nos ayuden a acompasar la maduración sacarimétrica de las bayas (acumulación de azúcares) con la maduración fenólica de las mismas (maduración de pieles y pepitas) se convierte en una absoluta prioridad. Además, los suelos calizos aportan una finura muy especial en los taninos del Tempranillo que se refleja en el carácter especiado de nuestros vinos.

Qué vamos a plantar

Aunque tenemos claro que vamos a incluir variedades como la Cabernet Sauvignon, Garnacha y Albillo, la variedad predominante seguirá siendo el Tempranillo, cuyas bondades están más que comprobadas en esta maravillosa región de Duero. Tenemos también interés por estudiar el comportamiento de otras variedades históricas de nuestra zona, pues quién sabe si en un futuro próximo pueden ser determinantes en esta permanente adaptación al cambio climático que tanto nos preocupa. En estos momentos estamos trabajando con nuestro socio viverista para la selección de dichas variedades.

Con la plantación de diferentes uvas queremos ampliar la paleta aromática de los vinos, dotarlos de una mayor complejidad y equilibrio.

Cómo lo vamos a plantar

Antes de tomar ninguna decisión sobre los clones o sistemas de conducción, hemos realizado análisis de texturas y composición de cada uno de los suelos. No podemos olvidar que el 80% del sistema radicular de la planta está en los primeros 40-50 cm de suelo y que de él depende el buen desarrollo y adaptación de la planta.

El marco de plantación o distancia entre las vides es algo que sí conocemos. Será aquel que en Ribera del Duero es denominado como “estrecho”, entre 4.000 y 3.630 plantas por hectárea, con una distancia entre líneos de 2,50 metros y de 1 y 1,10 m entre cepas, dependiendo de la variedad y la parcela.

Los patrones escogidos cuentan con una buena capacidad de resistencia a la caliza activa (Fercal, 41B, 140R) y una buena afinidad con las diferentes variedades. Los clones de estas variedades tienen la característica común de primar la calidad del fruto en detrimento de su productividad; clones cuya tipología de racimo es similar a la actualmente tenemos en nuestro viñedo: tamaño moderado, sin compactar, formado por bayas de pequeño tamaño. Estas características constituyen un punto a favor para la correcta y homogénea maduración de la uva y favorece la correcta sanidad de los racimos.

Cuándo lo plantaremos

Las nuevas plantaciones de Curiel de Duero y Canalejas están previstas durante esta primavera. No obstante, estas vides no empezarán a ser productivas para la elaboración del vino hasta dentro de unos 5 años. No hay que correr durante los comienzos de la viña, o importante es en estos primeros años apoyar su desarrollo radicular, pues este será el sostén de la planta el resto de su larga vida.