Cada escasas semanas, aparecen en Internet videos y trucos para abrir botellas sin sacacorchos; que si con un cuchillo, un boli y un tornillo, con un zapato, contra la pared…. Pero no nos engañemos, ¡dónde esté un sacacorchos!

Este utensilio es muy antiguo, evidentemente surgió como una mera necesidad cuando los ingleses comenzaron a transportar bebidas embotelladas y con un cierre concreto, el corcho. Las primeras referencias históricas se datan en el Siglo XVIII y hablan de un tornillo clavado en los tapones de las botellas para facilitar su extracción, esta reseña en concreto se encuentra en el Tratado de la Sidra de 1676 de James Worligge.

Evidentemente las formas de los sacacorchos han variado muchísimo desde entonces, hasta tal punto que hoy en día se ha convertido en un objeto de culto… Quizás parezca exagerado, pero lo que sí es cierto es que hay infinidad de coleccionistas y además resulta un gadget imprescindible para todo winelover que se precie.

La primera patente de sacacorchos fue registrada en 1795 por el inglés Samuel Hensall, quien inventó el aparato en forma de T, es decir, un tornillo sujeto de forma perpendicular a un asa de madera, lo que ya facilitaba ampliamente la extracción del tapón. En 1802 Edward Thompson mejoró el diseñó de Hensall añadiendo un tope para que al llegar el cuello de la botella, facilitara el ascenso del corcho.

A mediados del siglo XIX los diseños y patentes de distintos tipos de sacacorchos se multiplicaron en Europa, hasta que a final de siglo el alemán Carl Wienke inventó el sacacorchos de palanca, de un tiempo o también llamado ‘de camarero’,  que todavía es el más utilizado en nuestros días.

sacacorchos

La ergonomía del sacacorchos siguió evolucionando, y lo seguirá haciendo, en la búsqueda de la sencillez y del respecto con el líquido que contiene la botella. En 1930 Dominick Rosati patentó el sacacorchos de alas, mientras que en 1979 Herbert Alien inventó el conocido “rabbit” o sacacorchos de tres tiempos, efectivo pero algo aparatoso.

Los españoles también han tenido algo que decir en esto de la inventiva de apertura de botellas. En 1995 Jacinto Presa Eguren patentó lo que él mismo llamó ‘El Sacacorchos Perfecto’, que recibió en el año 2000 la medalla de oro de la Feria de Ginebra, premio al que le siguieron muchísimos otros galardones a lo largo de todo el mundo. Según el propio inventor las ventajas de su sacacorchos son que no rompe el corcho, no requiere fuerza y triplica la velocidad de apertura en comparación con un sacacorchos convencional.

Los sacacorchos que con mayor frecuencia se encuentran en el mercado en la actualidad son:

  • Sacacorchos de T, aunque no es el más cómodo, sigue conservando un atractivo aire ‘vintage’
  • Sacacorchos de dos tiempos, uno de los más extendidos junto con el de un tiempo
  • De rosca, el tornillo a veces desmiga el corcho, pero es muy resistente
  • De alas, es sencillo de utilizar pero algo aparatoso y por ello cada vez que usa menos
  • De láminas, se necesita práctica para poder usarlo con soltura, pero desde luego es el más apropiado para añadas antiguas en las que el corcho puede estar deteriorado
  • Sacacorchos de palanca, presente en distintas versiones para acoplarlo en la pared o en la mesa
  • Sacacorchos de tres tiempos o ‘rabbit’, sobre todo usados como regalo

En definitiva, hoy el sacacorchos es un elemento de nuestro día a día, utilizado en el hogar como cualquier otro artilugio cotidiano, pero lo cierto es que no siempre estuvo ahí. Además de las distintas formas y procesos de descorche, los sacacorchos cada vez presentan diseños más llamativos y personalizables que los convierten en aparatos realmente atractivos.