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Rojo, azul, blanco, rosado… y verde. Cualquiera diría que hablamos de los colores de una bandera. Pero no es así. Hablamos, como siempre, de vino. De todos estos colores, hoy nos ocupamos del último y lo hacemos porque vamos a dedicarle estas palabras a un vino portugués cuyo color nos llama poderosamente la atención, sobre todo, porque habrá quien no se haya planteado nunca que pueda existir un vino de semejante colorido.

Es nuestro país vecino, Portugal, el responsable de que hoy le dediquemos este artículo a un producto tan exclusivo y singular elaborado en sus tierras y campos. Esta bebida lusa, que se caracteriza por su dulzor y sabor afrutado, es originaria de la región portuguesa de Minho, al sur del río Duero, zona en la que sus agricultores se organizan en pequeños grupos de producción y otorgándole así un carácter singular a un vino que solo se encuentra en esta región de Portugal.

Es verde, es diferente, es elaborado en pequeñas cantidades y tiene su propia denominación de origen. Verde como el terreno en el que crecen sus viñas; verde como el campo que las rodea que crece bajo un clima lluvioso que permite el cultivo de esa uva joven con la que se elabora este vino; verde por la juventud de la materia prima empleada en su elaboración, unas uvas apenas maduras. Si bien los mas cotizados se elaboran fundamentalmente con la variedad Alvarinho,

Otras variedades como la Loureiro, Abesso, Arinto, Azal o Trajadura también pueden participar del vino final. La juventud de su uva no está reñida sin embargo, con su inmensa demanda en el extranjero. Todo lo contrario. Quizás el vino verde no sea demasiado conocido en España, precisamente, porque la mayoría de su producción se destina, entre otros al continente americano. Y es que este vino al que se ha incluido en la categoría de vinos espumosos, es refrescante, ideal para las temporadas estivales en las que el calor bien pide llevarse una bebida fresquita a la boca.

Cotizado, reconocido y querido en Portugal, es el vino preferido de muchos de los habitantes de nuestro país vecino. Destacan en su producción, el cuidado de sus vides, dispuestas de manera que puedan aprovechar las bondades del clima atlántico sin el que sería posible su producción; una producción que va en aumento como consecuencia de la creciente demanda internacional.

El carácter del vino verde portugués, se lo otorga en gran medida, el dióxido de carbono que en ocasiones se incorpora a las últimas etapas de su proceso de producción con el fin de que el olfato detecte fácilmente el aroma que desprende después de abrir la botella.

Ideal para acompañar platos ligeros, hay quien también lo sirve con marisco o pescado precisamente, para hacer más suave un menú pesado de abundantes calorías. En cualquier caso, nada como probarlo y, considerando nuestra cercanía con Portugal, nada como probarlo en el país que lo produce durante una visita a alguna de las múltiples rutas del vino de aquel país.