Si hace dos semanas hablamos de los aromas que podemos encontrar en un vino y su procedencia, esta vez nos centramos en la materia del mismo: la uva. Englobamos a los aromas varietales en el grupo de aromas primarios, es decir, aquellos que hacen referencia al tipo de vid, pero también a la climatología, al suelo, al entorno…

Cada tipo de uva presenta una paleta aromática distinta, pero ésta puede mostrar según su lugar de cultivo. Por ejemplo, los aromas que podemos encontrar en una sauvignon blanc de Rueda, no tienen nada que ver con los de la misma variedad en su nativa Francia.

Incluso dentro del mismo territorio, los olfatos más sutiles también serán capaces de diferenciar un tempranillo de la Ribera del Duero y un riojano; aún sin tener en cuenta factores como la fecha de vendimia, las levaduras empleadas, la temperatura de elaboración o el tipo de barrica empleado.

Sin embargo, es posible definir una serie de aromas diferenciadores de las distintas variedades de vid en el mundo, lo que llamamos los ‘precursores aromáticos’. Reconocer ciertos tipos de uva puede ayudar a ‘adivinar’ la procedencia de un vino, siempre que sea un mono-varietal.

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En este post vamos a definir algunos de los aromas que es posible apreciar en las variedades de vid más conocidas.

Variedades tintas

  • Tempranillo: Frutos rojos como fresas, frambuesa, grosellas, violetas, picotas o regaliz. Es interesante en Castilla y León distinguir entre el tempranillo y la tinta de Toro pues, aunque su procedencia es la misma, la tinta de Toro es la perfecta adaptación de una uva a su entorno y se pueden encontrar algunos aromas particulares como frutos negros, cerezas negras y fruta más madura.
  • Syrah: Aromas muy florales, como los claveles o las violetas. Toques herbáceos, laurel o aceituna verde.
  • Cabernet Sauvingnon: Encontramos aromas a cerezas negras, ciruela y toques de cedro y tabaco en vinos maduros. También son características ciertas notas de menta y eucalipto.
  • Garnacha tinta: Se diferencia por los aromas a fresa, frutos silvestres, cerezas negras, nueces tostadas, cuero, casís o pimienta.
  • Merlot: Tiene una paleta aromática bastante amplia, en la que se encuentran aromas a fresa y frambuesa, ciruela negra, higos, peras… Los más experimentados apreciarán nueces, regaliz y especias como el clavo, canela, sándalo, trufas o tabaco.
  • Mencía: Tiene un tacto aterciopelado en boca y son muy característicos sus aromas a fresas y nata.

Variedades blancas

  • Verdejo: Aromas herbáceos como el hinojo, hierba recién cortada; flores blancas y frutas de hueso como la manzana y la pera.
  • Albariño: Albaricoque y melocotón, algunas notas florales.
  • Chardonnay: Manzana, pera (menos intensos que en el albariño), acacia y limón. Aromas como los frutos secos, mantequilla o minerales también son típicos de esta variedad.
  • Moscatel: Fácilmente identificable por su dulzor, que ya se aprecia en la nariz. Aromas a azahar, miel, cáscara de naranja seca y notas de higos o pasas cuando el vino es maduro.
  • Sauvignon Blanc: Conocida por aromas a melocotón, nectarina, melón, plátano… En España es común encontrarse con aromas de frutas exóticas.