En numerosas ocasiones a lo largo de este blog hemos comentando diversas sensaciones que el consumidor puede apreciar a la hora de catar un vino, así como sus posibles procedencias y causas, sobre todo si son defectos derivados de hongos, bacterias o levaduras.

Aunque la tendencia en cuanto a la semántica de la cata tiende a ser cada vez más sencilla con el objetivo de hacer el vino más accesible al consumidor neófito, lo cierto es que cada vez aparecen nuevas acepciones para describirlos.

La proliferación de nuevas marcas, procedentes de zonas muy concretas, con suelos y clima muy particulares, así como la recuperación de variedades autóctonas o minoritarias que, en muchos casos, estaban al borde de la desaparición, también han favorecido la búsqueda de nuevos términos para describir los vinos.

Es muy probable que si últimamente has estado en una cata de vinos, haya surgido el adjetivo ‘mineral’. ¿Qué significa? Este término fue usado por primera vez a nivel global por el archiconocido crítico de vinos Robert Parker quien en los años 80 escribió una nota de cata donde reflejaba esta percepción. Realmente él lo describió como ‘piedra húmeda’ pero rápidamente se difundió como ‘mineralidad’. Quizás la salinidad y la sensación mineral son algunos de los aromas más difíciles de encontrar para el catador inexperto (cuidado con no confundirlos).

Hasta relativamente poco, la mineralidad se relacionaba con la influencia sobre un vino del suelo en el que está asentado el viñedo. La idea generalizada es que ciertos tipos de suelos, como la pizarra, las licorellas (en el Priorat) o el granito aportan nutrientes que son absorbidos por la planta y generan esos aromas minerales, es decir, la mineralidad tiene una procedencia geológica.

Sin embargo, un estudio que se dio a conocer en 2015 demuestra que la mineralidad de los vinos no es aportada sólo por el metabolismo que la vid realiza de los nutrientes del suelo, sino que su origen más bien se debe a las levaduras y a los procesos enológicos en la propia bodega, así como a las características climáticas de cada añada  y las particularidades de las variedadades de uva.

racimocabernet

Antonio Palacios García, director de Laboratorios Excell-Ibérica en Logroño, y David Molina, director de Outlook Wine en Barcelona, firmantes del estudio (que se puede leer profundidad en este enlace), llegaron a la conclusión de que es prácticamente imposible demostrar científicamente que la mineralidad esté íntimamente relacionada con el tipo de suelo.

Pero lo que sí afirman es que la sensación mineral existe, es percibida en los vinos, y su procedencia puede ser muy diversas debido a los más de 900 componentes químicos que tiene. También concluyen que en los vinos con más presencia de fruta, en líneas generales, la presencia de mineralidad es menor y viceversa.

En este punto os preguntaréis, ¿es importante percibir los aromas minerales en un vino? Aunque es cierto que pueden dar algunas pistas sobre la procedencia del mismo, no es vital a nivel aficionado, pero es innegable que los vinos con fuerte presencia de este tipos de aromas son muy bien valorados por los especialistas en los últimos tiempos.