En los últimos años hemos asistido, y seguimos asistiendo, a la revolución en los fogones. No sólo debido a las nuevas técnicas culinarias, a la incorporación de nuevos productos en nuestra dieta diaria, sino también a que los cocineros, los chefs se han convertido de algún modo en estrellas mediáticas.

Cada vez más surgen en los medios de comunicación programas de cocina, programas en los que los protagonistas -personas anónimas, famosos e incluso, niños- demuestran sus dotes culinarias.

En dichos programas aparecen reconocidos cocineros que, cuales estrellas de rock también han entrado a formar parte de nuestro día a día. Los chefs son la cara visible de anuncios de comida (evidentemente), pero también de menaje de cocina, ropa o bebidas.

Desde hace unos años en España se valora la capacidad de convertir la gastronomía en arte. Pero además ahora las redes sociales están repletas de #foodies, #foodlovers y fotos #foodporn. Los usuarios fotografían, comparten y comentan imágenes sobre elaboraciones de todo tipo.

Los niños y niñas ya no quieren ser astronautas, veterinarios o presentadores de televisión. Ahora quieren ser cocineros.

Pero, ¿qué pasa con la sala?, ¿cuántas fotos se comparten de un buen servicio de vino?, ¿o de ese camarero que se desvive por hacer que la velada sea memorable?, ¿o de ese sumiller que nos aconsejó un vinazo al que, en este caso sí, no hemos podido evitar fotografiar?

Sin entrar en detalles sobre el estado o la profesionalidad de los trabajadores de sala en la restauración nacional, lo cierto es que camareros, jefes de sala, sumilleres, maîtres, y personal de apoyo aún no gozan el prestigio y la consideración que atesoran sus compañeros en la cocina.

Para ser un buen profesional de sala también se requiere años de formación, pasión y dedicación. No todo vale. Por desgracia, en ocasiones los trabajadores que nos atienden no desarrollan su labor por gusto o vocación, sino como un salvoconducto “hasta que salga algo mejor”.

Es común leer o escuchar las quejas de los usuarios cuando el trato no es el esperado. Somos demasiado rápidos en juzgar y contar al viento una mala experiencia… Sin embargo, cuando el trato cumple o supera las expectativas es rara la ocasión en la que el comensal desea compartir una foto con su “camarero o sumiller favorito”.

El servicio del vino

A pesar de que los profesionales de sala en la actualidad no gozan del mismo reconocimiento social, que los cocineros, lo cierto es que un buen servicio del vino, o una buena recomendación, pueden ensalzar una comida y convertirla en una experiencia memorable.

La formación de los empleados -bien sea por parte de la empresa o, simplemente, por amor propio- es vital para que los usuarios comiencen a entender y valorar la importancia de una profesión que copa miles de puestos de trabajo en España.

Puede que nunca estos profesionales alcancen la fama mediática de los cocineros, tampoco sabemos si realmente se busca, pero desde luego ser experto conocedor de un arte como la buena atención al cliente ayudaría a ensalzar un trabajo al que todavía no se le otorga la consideración suficiente.