Si es importante saber conocer el protocolo del mundo del vino, para poder demostrar nuestros conocimientos y amor por el vino también lo es saber cuál es el tipo de términos y vocabulario que se usa en este entorno, y por supuesto, cuáles no lo son en absoluto.

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5 términos del mundo del vino que debes utilizar

Lejos de parecer pedante, estos cinco términos, muy utilizados por expertos y bodegueros, resultan básicos si quieres avanzar en el conocimiento del vino y su cultura.

Coupage. En definición, se refiere a la mezcla o unión de diferentes vinos. Normalmente se realiza en las bodegas para mejorar el producto final.

Terroir. Del latín terratorium, hace referencia al conjunto de factores que caracterizan un terreno: clima, suelo, tipo de planta, prácticas y cultivo de la vid, etc.

Bouquet. De origen francés, este término hace referencia al aroma que adquiere un vino tras haber envejecido. Concretamente, alude a aquellas buenas sensaciones que se perciben tras oler el vino.

Estructura. Como su propio nombre indica, la estructura es la forma, la composición del vino y la ordenación de sus diferentes elementos: cantidad de alcohol, acidez, componentes fenólicos, etc.

Polifenoles. Son sustancias químicas presentes en algunas plantas, que poseen el famoso efecto antioxidante que alguna vez hemos citado anteriormente al hablar de las propiedades del vino. Los más importantes son los antocianos, que le dan al vino tinto ese color tan característico, y los taninos, que aportan un sabor seco y áspero.

Y ahora, ¿qué debemos EVITAR decir?

Hay ciertas expresiones y palabras que se usan habitualmente sin ningún tipo de cuidado, pero que en realidad hacen mucho daño a oídos de auténticos entendidos, amantes y expertos del vino.

Caldos. Aunque probablemente lo veas de manera frecuente en diferentes textos de prensa o blogs, a expertos y bodegueros no les gusta el uso de este término para designar el vino, fundamentalmente porque le quita cierto valor al producto.

Fabricar el vino. El vino no se fabrica, se elabora. Aunque pueda parecer lo mismo, en este caso no podemos usar este sinónimo. Las bodegas no son fábricas de vinos, y los enólogos no son fabricantes; no se trata de un producto que se “fabrique” en cadena, sino que cada cosecha y cada proceso de elaboración pueden ser únicos e irrepetibles.

“Yo tomaré un Riojita”. A los entendidos y expertos les chirría esta expresión sobremanera. Un amante del vino jamás diría un “Riojita”, sino que pediría alguna variedad en concreto o se dejaría aconsejar por el camarero o sumiller.

“¿Puede cambiarme el vino, que tiene posos?” Ya hemos hablado alguna vez de las propiedades de los posos, y es prácticamente sabido que, lejos de ser un defecto, es una muestra más de la alta calidad del vino.

Tomar el vino a temperatura ambiente. Si estás en un restaurante, no procede pedir el vino a “temperatura ambiente”. Este término hace referencia a la temperatura que el vino tiene en bodega. En estos casos, lo mejor es confiar en el camarero y/o sumiller, quien sabrá cuál es la temperatura exacta a la que debe ser servido cada tipo de vino.