Terminado el año y con unas cuantas comidas y cenas acompañadas de vino a la espalda, cabría preguntarse cómo será la cosecha del año entrante, cuál será la evolución de los precios o qué tendencias despuntarán en materia de vino. Salimos de un año seco, de un año en el que según el país de tradición vinícola al que nos refiramos podremos hablar de cosechas tempranas o de cosechas tardías. ¿Cómo afectarán estos factores al consumo? ¿Conseguirá la tecnología terminar con algunos de los quebraderos de cabeza que viene dándonos el cambio climático y sus consecuencias sobre los viñedos de todo el mundo?

Consumo del vino en 2018

No parece que el año que viene vayamos a consumir menos vino y tampoco parece que nuestras exportaciones vayan a caer. Aunque diferentes análisis toman muchas de estas previsiones con cierta precaución, y ventas y consumo parecen mantener una tendencia creciente, el precio al que nuestro vino continuará exportándose no tiene pinta de aumentar en su conjunto, salvo el de los vinos elaborados en las denominaciones de origen más afectadas por la histórica helada sufrida en abril de 2017, como es el caso de la Ribera del Duero y buena parte de Rioja.

El precio de las exportaciones en las que todo apunta a una mejora en las ventas del vino etiquetado, se presenta como uno de los posibles retos para el año que viene, así como conseguir un aumento del consumo del vino en nuestro país. Del primero de estos casos deducimos que, a pesar de que el mercado extranjero es uno de nuestros puntos fuertes, sería aconsejable equilibrar los conceptos de cantidad y calidad, puesto que últimamente ha sido el segundo de los factores el que ha repercutido más notablemente en las decisiones de compra de nuestro público extranjero.

En cuanto al consumo de vino en nuestro país, las expectativas para el 2018 estarían dirigidas a aumentar el consumo de 21 litros de vino per capita que el Ministerio de Agricultura atribuye a nuestro mercado interior.

Y precisamente sobre algunas de nuestras denominaciones de origen, las más conocidas, hablan otras de las expectativas y esperanzas puestas en el año entrante. En este sentido y aunque Rioja, Rueda o Ribera, entre otras, siguen a la cabeza, las bodegas de nuestro país empiezan a dirigirse a las nuevas generaciones de consumidores con una oferta ampliada e innovadora. Es decir, aquellos que aún no conocen el sector del vino tan profundamente como sus antecesores, estarían más dispuestos y más abiertos a experimentar opciones diferentes y a experimentar mucho de lo que esto conlleva. Es muy posible que nos encontremos con un 2018 en el que la forma de comunicar y de dar a conocer nuestros vinos, sea algo diferente. Nuevos productos que necesitan nuevos lenguajes, tal vez un lenguaje más joven y cercano para los recién aterrizados en este mundo sin perder por ello, el lenguaje y los mensajes empleados habitualmente para dirigirse a ese mercado más tradicional, más conservador y de más edad.

Sea como sea, todo indica que el 2018 será un año lleno de novedades, tanto en lo que se refiere a sabores, como en método y lenguajes utilizados para darlos a conocer.