La temática de las barricas para el vino podría tratarse prácticamente en un blog aparte, ya que existe una gran variedad de las mismas, en cuanto al tipo de madera con el que están fabricadas, a su procedencia, tamaño y elaboración.

tronco en bruto

Aunque, como  se suele decir, ‘cada maestrillo tiene su librillo’, hemos querido recoger un proceso de fabricación clásico de una barrica de roble desde el inicio, la formación de las duelas.

Una vez la tonelería dispone de los listones de madera del roble que sea (francés, americano, húngaro, español…) es importante comprobar que esté bien madura, es decir, perfectamente seca para evitar aromas a verdor y astringencias en el vino.

obtención de las tablas

Los listones para fabricar las duelas –nombre que recibe cada una de las tablas que conforman la barrica- deben almacenarse en unas condiciones de temperatura y humedad concretas, de tal forma que la madera no se seque en exceso, para evitar que se resquebraje. A los listones es necesarios darlos forma en sus extremos en la misma tonelería, dependiendo de la capacidad de la barrica a fabricar. Las duelas aún no se abomban, están rectas, pero con el ángulo correcto en los extremos  de los cantos para que después puedan encajar.

parque de madera

Una vez cortadas con el ángulo apropiado, se forma la ‘cana’, es decir, las duelas se ponen una detrás de otra en el banco del tonelero para calcular el diámetro de la barrica, como si se colocara un lapicero al lado del otro encima de una mesa.

Cuando el tonelero ya tiene cogida la medida, empieza el proceso de formación de la barrica. Para ello se usarán aros y flejes provisionales. Primero se dispone un aro y sobre el mismo, se van anclando las duelas con remaches hasta que se obtiene la forma de un vaso invertido al voltear la barrica. Todo este proceso se hace a mano, el tonelero debe encargarse de que las duelas estén bien juntas una con la otra y que el nivel con respecto al aro sea perfecto.

Para dar la típica forma de barriga a la barrica, ésta se moja por dentro y por fuera y después se pone a fuego lento. Durante este proceso, el agua ablanda las hemicelulosas que existe en el interior de la madera (un polisacárido que se encuentra en las células vegetales)  para que pueda moldearse. Antiguamente, la forma se diseñaba a mano por los tenerlos (de ahí el dicho de “a ojo de buen cubero”) pero en la actualidad hay máquinas que lo hacen, a pesar de seguir siendo una labor muy artesanal.

tostado

La barrica se sostiene con flejes de hierro provisionales, los definitivos no se colocan hasta el final, cuando “se viste” la barrica.

Una vez la barrica tiene su clásica silueta es cuando se tuesta. Hay también diversas formas de tostado, pero lo normal es situarla en un fuego hecho con brasas de madera de roble. Dependiendo el tipo de tostado (ligero, medio, medio plus…) la barrica se mantiene un determinado tiempo en cada uno de los fuegos que ofrecen más o menos intensidad de tostado. Aquí es fundamental que el tostado se haga lentamente, penetrando el tostado en el interior de la duela.

aros provisionales

Una vez que la barrica se ha enfriado, con una fresadora se hace el argallo, hueco donde irán encajados los fondos. También se realiza el agujero del tapón y se lija la panza de la barrica. A continuación se colocarán los fondos o tapas.

El proceso finaliza con el lijado de los fondos y sustituyendo los flejes provisionales por los definitivos. Esta barrica terminada pasa entonces al control de calidad, donde se inspecciona cuidadosamente por dentro y por fuera y se somete pruebas de estanqueidad, reparando posibles puntos de fuga. Una vez dado el visto bueno,  el tonelero la marca con su firma con láser o fuego, indicando también el tipo de tostado, el origen de la madera así como el código de trazabilidad de la misma. ¡Todo un arte digno de contemplar!


certificado de calidad
 
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