El vino de tu boda

Si hay algo que no puede faltar en una boda es el vino y no puede hacerlo por muchas razones. La primera, porque el protagonista de cualquier brindis es, inevitablemente, el vino. Éste se adelanta siempre a cualquier otro brindis que tenga lugar después, entrada ya la celebración.

La segunda, porque el vino es el mejor amigo de los exquisitos manjares que suelen servirse durante estas celebraciones; la tercera, porque España es un país lleno de buen vino y de enorme tradición vinícola… Podríamos seguir con una larga lista de razones, pero a nadie se le escapa que en las bodas se sirve vino, lo contrario es prácticamente inimaginable.

Escoger uno o varios vinos para una boda, no es tarea difícil. La oferta es extensa y la calidad de nuestros vinos, también.

Una bebida como el vino agrada y gusta a la grandísima mayoría de los invitados y, si éste es de Bodegas Comenge, más aún. Su calidad, aroma, sabor y variedad son capaces de satisfacer a los paladares más exigentes y su precio, se ajusta a los bolsillos de aquellos que están dispuestos a regalar generosidad y alegría a quienes van a acompañarlos durante un día tan importante y tan esperanzador.

¿Qué tipo de vino elegir para tu boda?

Si el gran día es por la tarde, el vino para la boda deberá acompañar al menú pensado para esas horas; lo mismo, si la celebración es por la mañana. En cualquiera de los casos, se celebre a la hora que se celebre, de la forma que se celebre y siguiendo uno u otro ritual, el vino ha de estar allí porque tradicionalmente, es símbolo de abundancia, de vida, de alegría y de buenos augurios.

Así lo manifestaban los textos de la Biblia y así seguían obedientemente sus palabras quienes por entonces festejaban las bodas durante siete días. El vino para las bodas de aquellos tiempos debía durar siete días para no ser señalado ni recordado por no haber contado con las existencias de vino suficientes.

Por suerte o por desgracia, hoy, las ceremonias son más breves y, por lo tanto, la cantidad consumida de vino en las bodas, menor. Sin embargo, supersticiones, rituales y símbolos relacionados con el vino, continúan acaparando la atención de quienes lo consumen.

No hay boda sin brindis con vino en el que no se levante la copa, costumbre cuyo origen se encuentra en la Antigua Grecia y, no hay brindis que no se haga por una buena y noble razón, algo que se remonta al siglo VI a.C., momento en el que el vino era ya símbolo de amistad y muestra de confianza.

Y para aquellos que están a punto de casarse, que están decidiendo el vino para su boda y todo aquello con lo que acompañar semejante fecha, un nuevo guiño a nuestro eterno protagonista y a dos rituales para estos eventos que traerán felicidad y abundancia a la pareja.

El primero de ellos consiste en echar en una copa, un poco de vino blanco y de vino tinto -mejor si es de Bodegas Comenge- y que los novios beban la mezcla de ambos vinos; el segundo, consiste en guardar una botella de vino que le guste a la pareja por igual, en una caja de madera personalizada y cerrarla hasta que llegue el primer aniversario, momento en el que se volverá a brindar y por qué no, a continuar con el mismo ritual durante los años venideros. Ojo, solo con vino, por favor.