El uso del tapón de corcho natural en las botellas no es algo moderno, ya los griegos y romanos los usaban para cerrar vasijas y poder transportar distintos líquidos.

Pero, ¿por qué el uso del corcho está instaurado como la mejor forma de cerrar las botellas de los vinos de guarda? La razón principal es que se trata de un elemento que permite una pequeña micro-oxigenación del vino: es necesario que haya un intercambio de oxígeno entre el vino y el tapón para que no se desarrollen aromas desagradables dentro de la botella, pero no en exceso para evitar la oxidación.

El corcho también protege al vino frente a microorganismos como bacterias o el moho; pero de la misma manera que puede ser el mejor aliado, también puede ser su mayor enemigo. Seguro que en alguna ocasión os ha ocurrido que tras abrir una botella, normalmente de un vino con una mínima crianza, éste huele a corcho, ¿por qué?

Un tapón de corcho puede estar contaminado por un hongo, responsable de la formación de una molécula denominada tricloroanisol o más conocido como TCA. Esta molécula es la causante de esa fuerte presencia de olor a corcho, capaz de arruinar la calidad de un vino.

Si bien, es cierto que el TCA también puede encontrarse en otros lugares, en la propia bodega, en utensilios, barricas o sencillamente en el propio ambiente. Las corcheras deben expedir siempre un documento que certifique la calidad y no contaminación de los corchos, pero la polémica y lucha entre proveedor y bodega parece no tener fin.

Hoy en día la industria corchera cuenta con exhaustivos controles de la materia prima en campo y con tecnología para minimizar la presencia de esta molécula, de manera que el bodeguero puede dormir mucho más tranquilo que en el pasado. A pesar de ello, es inevitable que alguna vez tropecemos con una botella contaminada, pues la garantía de estar libres de TCA al 100% no existe ni es posible hoy en día alcanzarla. En ese caso, lo mejor es comunicárselo a la bodega, que normalmente la repondrá sin mayor problema y al tiempo agradecerá la información.

A pesar de estos pequeños inconvenientes, numerosos estudios demuestran que el tapón de corcho natural es el mejor método de conservar el vino en la botella con una puntualización importante, la botella debe estar en posición horizontal para que el vino y el tapón estén en contacto.

corcho 2

En la actualidad, existen multitud de tipos de tapones de corcho ateniendo, principalmente, a la calidad del mismo.  En función del tipo de vino, el enólogo puede decidir entre un tipo de fabricación u otra.

Los corchos de máxima calidad deben ser naturales, fabricados de una vez, elásticos y uniformes. Perfectos para vinos con gran recorrido como Comenge Crianza, Familia Comenge o Don Miguel.

También existen corchos de aglomerado, hechos con trozos de corcho. No van a ser tan elásticos como los anteriores y la porosidad es mucho menor, por lo que en ocasiones pueden producir problemas de excesiva reducción, es decir, provocar aromas poco agradables, por eso se usan en los vinos jóvenes o de crianzas cortas y consumo rápido.

Por último, a rasgos generales, están los “corchos 1+1”, sería una calidad intermedia entre los anteriores. Estos corchos están fabricados de aglomerado pero la tapa que toca al vino es de corcho natural.

La elección para la conservación del vino es muy importante, pues es otro de los factores que influyen en la calidad final del vino. Cuanto mejor sea el corcho, mejor maduración tendrá el vino, lo que también afectará a su precio. Para poder fabricar tapones de corcho, los alcornoques deben tener al menos 30 años de vida. Después, necesitarán otros diez para poder volver a usar su corteza.

¿Y si se me rompe? Aprende como solucionarlo.