Parece que este año el clima nos la ha jugado bien. Aunque el cambio climático viene siendo evidente desde hace mucho tiempo y hay quien ya ha pensado e incluso decidido trasladar sus viñas y producir su vino en regiones más elevadas, donde las consecuencias del paulatino incremento de temperatura y la sequía todavía se resiste, años como este vuelven a recordarnos que la falta de agua es una realidad y unos de los nuevos retos del sector agrario.

Grandes sequías, vendimias tempranas, severas heladas tardías y al final, menores rendimientos de cosecha, son seguramente el detonante de ideas, de mentes creativas que se esfuerzan por aportar ingeniosas herramientas para ahorrar agua, con formas de reducir su consumo en el campo; en un campo en el que la ansiedad producida por la escasez de tan indispensable bien, parece instalarse cada vez más cómodamente.

¿Se puede ahorrar agua y mejorar la producción de la uva?

¿Cómo combinar el ahorro de agua con el aumento de la producción de la uva? ¿Es posible consumir menos agua y al tiempo incrementar los rendimientos de cosecha y la calidad de las uvas? De nuevo la tecnología nos recuerda que está ahí; que entre las razones por las que ha llegado hasta la industria del vino, se encuentra intentar conseguir un objetivo aparentemente difícil.

Quienes sepan de tecnología, quienes vivan entre viñedos o quienes se dediquen a la industria del vino, sabrán que existe, precisamente, un tipo de tecnología que nace con la intención de conseguir este objetivo. Nos referimos a la nanotecnología. La aplicación de esta tecnología es capaz de modificar las propiedades de las moléculas de agua, haciéndolas más fácilmente asimilables para los cultivos; un agua de más calidad y eficacia tanto para las plantas como para los sistemas de fertirrigación.

Dicen quienes se dedican al estudio de este tipo de tecnología que con ella puede reducirse el consumo de agua en un 50%; que los sistemas de riego que la acompañan consiguen además aumentar la producción, y que la calidad del producto, lejos de disminuir, aumenta, todo ello como consecuencia, entre otras razones, porque mejora la disponibilidad de los diferentes nutrientes de los que se alimentan las plantas.

De nuevo, este tipo de soluciones pensadas y creadas para los agricultores y para quienes se encargan de producir los vinos que después consumimos con tanto gusto, nos lleva hasta una pregunta inevitable. ¿Está esta tecnología salvadora al alcance de todos? Como en otros sectores, el de la industria del vino, pasa seguramente por reinventarse, por el hecho de ser plenamente consciente de que depender del clima es cada vez más difícil; y como en otros sectores, la tecnología ha llegado hasta la industria del vino para ayudar a que esto ocurra.