Es común durante las visitas a algunas bodegas que los enólogos o viticultores, cuando se refieren a cepas viejas, hablen de viñedo ‘pre-filoxérico’ o en ‘pie franco’. Hoy en este post queremos explicar qué es eso de la filoxera y por qué ha traído de cabeza a elaboradores de todo el mundo desde mediados del siglo XIX.

La filoxera (Phylloxera vastatrix Planchon) es un insecto parecido en forma al pulgón, un plancton de origen americano que se alimenta en exclusiva de los nutrientes que se encuentran en la raíz de las plantas de vid. El insecto poco a poco pica las raíces, hasta que produce una especie de tumores o nudos llamados tuberosidades por donde no puede circular la savia. Al cabo de unos tres años, la filoxera provoca podredumbre y, en consecuencia, la muerte de la cepa.

Históricamente, la filoxera ha sido la plaga más devastadora en el viñedo en el mundo (incluso más que la actual temida yesca), pues desde 1863 hasta principios del S. XX asoló la mayor parte de los viñedos de Europa. Este insecto entró desde el este de Estados Unidos a Europa por Francia, se cree que debido a unas cepas que se importaron para probar su resistencia a otra enfermedad común, el oídio. El país vecino fue, sin duda,  el más perjudicado por la plaga.

En el año 1865 comenzó a afectar a los viñedos del Ródano, Francia; en 1865 se extendió hacia el Douro, Portugal; en España entró por Málaga a finales del siglo y a la zona de Aranda de Duero llegó en 1909. El río Duero actuó como barrera natural para la filoxera, de tal manera que algunas zonas de Castilla y León se salvaron de este insecto, a lo que se suman los terrenos arenosos, en los que la filoxera no pudo actuar con tanta incidencia.

Existen algunas otras zonas en el mundo, como Chile, Australia o la isla griega de Santorini donde también se pueden encontrar cepas muy viejas que no fueron arrasadas por la filoxera debido a las particularidades del suelo donde se asienta el viñedo.

A día de hoy, no existe un tratamiento que erradique esta enfermedad. La única solución que se encontró para poder luchar contra la filoxera fue hacer crecer las cepas de variedades de vid europeas sobre injertos de cepas americanas que sí son resistentes a esta enfermedad.

Existen multitud de tipos de porta-injertos, cada uno de ellos puede regular el vigor de una planta e incluso aportar unas determinadas características a la variedad, pero todos tienen algo en común, son resistentes a la filoxera.

En los últimos tiempos, existe la tendencia de “volver a los orígenes” en algunas determinadas zonas vinícolas de España, viticultores que plantan sin porta-injertos. Generalmente el motivo es recuperar especies autóctonas de uva y buscar la autenticidad llevada a la máxima expresión. El problema, como hemos comentado, es que estas plantas están más expuestas a la enfermedad.

Tanto en el viñedo viejo pre-filoxérico (que se plantó antes de la filoxera), como en el viñedo nuevo, se dice que la cepa está en ‘pie franco’ porque precisamente la propia vid está plantada directamente en el suelo sin el uso del porta-injerto.

Foto: Cata del Vino

Foto: Cata del Vino