Foto-nuevas-plantaciones-01Ya hemos hablado de la importancia del suelo tanto para el desarrollo de las cepas como para las características organolépticas de las uvas y los consiguientes vinos. En un post anterior hablamos sobre algunos aspectos que afectan al terroir y que el ser humano no puede controlar: orografía de la parcela, índice climático de la zona, composición del suelo y subsuelo, la temperatura o la cantidad de agua de lluvia recogida.

Cuando se va a llevar a cabo una nueva plantación, sin embargo, podemos tomar algunas decisiones sobre aspectos que marcarán la vida de las cepas. En este apartado se incluyen:

  • Profundidad sistema radicular
  • Densidad de plantación
  • Portainjerto
  • Régimen hídrico
  • Manejo del viñedo
  • Variedad y clon

1. Profundidad del sistema radicular

La raíz es uno de los órganos de mayor importancia para el buen funcionamiento de la planta. Morfológicamente existen grandes diferencias entre las raíces de las diferentes especies de vides, unas con desarrollo tipo pivotante (en profundidad) o por el contrario con un desarrollo más superficial y menor penetración en el suelo. Este desarrollo de la raíz determinará la capacidad de la planta para nutrirse de agua y sales minerales para su posterior conducción a los órganos aéreos. Un suelo con alta capacidad de retención de agua en el que se desarrolle una cepa con un sistema radicular profundo puede dar lugar a un exceso de vigor y rendimientos, parámetros en la mayor parte de la ocasiones reñido con la calidad del fruto.

2. Densidad de plantación

La densidad de plantación repercute en la exploración que el viñedo hará de los recursos del suelo a lo largo de toda la vida de su cultivo. El objetivo es compaginar la obtención de una cantidad de cosecha satisfactoria con una calidad adecuada de la uva.

Para elegir una densidad de plantación adecuada al lugar hay que tener en cuenta la disponibilidad hídrica potencial del lugar de cultivo, puesto que no es lo mismo un terreno árido de secano que uno con posibilidades de regadío, ni tampoco un suelo con alto potencial de fertilidad que otro más pobre. En algunas Denominaciones de Origen esta densidad de plantación está limitada a un número máximo de cepas por hectárea, siendo esto un condicionante más para la elección de la misma.

3. Portainjerto

Los portainjertos, también llamados patrones, se emplean fundamentalmente para mejorar la adaptación de la vid al terreno, destacando especialmente en las situaciones en que existe algún factor extremo, como puede ser la sequía, el exceso de humedad, la existencia de valores elevados de caliza activa o salinidad en suelo o la presencia de nematodos.

Además de escoger un portainjerto adecuado para el tipo de suelo, hay que tener en cuenta su afinidad con la variedad escogida, pues de esto dependerá la longevidad de la planta. Una falta de afinidad provocará con los años un decaimiento y debilitación de la planta debido a una mala conducción de la savia que acabará con la vida de la planta. Esta afinidad no sólo influye en su durabilidad, sino que también condiciona la expresión del vigor en la variedad injertada, su fertilidad o su mayor o menor sensibilidad al corrimiento de la flor, y por tanto en la productividad final del viñedo.

4. Variedad y clon

Este es otro de los aspectos verdaderamente importantes, debiendo tener muy en cuenta el ciclo vegetativo de cada una de ellas para saber si se adapta a las características climáticas de la zona. Hay variedades que tienen capacidad para madurar en situaciones frescas, por lo tanto, son de ciclo vegetativo más largo. Serán adecuadas para aquellos lugares donde no exista un claro riesgo de heladas tardías, pues en ese caso sus frutos podrán quedar inmaduros. Otras, sin embargo, maduran rápidamente y se adaptan bien a climas de veranos cálidos o en zonas con alto riesgo de heladas, como es el caso de la Ribera del Duero y nuestra variedad Tempranillo.

Dentro de cada variedad, en la medida en que la existencia de clones lo permita, se puede escoger entre aquellos más productivos, con un tamaño de racimo mayor o por el contrario clones de racimo pequeño, más enfocado a la calidad de uva que a la cantidad.

La elección del clon, similar a lo que ocurre con el portainjerto, puede tener una influencia vital en el desarrollo de las cepas y en las características de los mostos.

5. Régimen hídrico

La influencia del suelo en la respuesta vegetativa, productiva y cualitativa del viñedo depende en gran medida de su capacidad hídrica. Por norma general, la vid se da bien en suelos pobres y con escasa disponibilidad de agua. El cuándo y cómo regar marcarán el desarrollo vegetativo de la vid y su correcta actividad fotosintética, fundamental para la buena maduración de las uvas.

6. Manejo del viñedo

El viticultor es el encargado de mostrar la expresión del terroir a través de la elección del diseño de la plantación, del material vegetal, del sistema de conducción y de las prácticas de cultivo. La acción humana forma también parte del terroir.