La cumbre del cambio climático celebrada en Madrid (COP25) hace unas semanas ha resultado ser larga, tediosa y, apartemente, decepcionante con respecto a la consecución de acuerdos entre los países.
Uno de los objetivos era pactar el compromiso de cero emisiones de gases invernadero en 2050, algo que parece harto complicado sin una concienciación real de los líderes políticos y la sociedad en general.
En cuanto a nuestro sector se refiere, la frenada de la deforestación y la profunda revisión de los subsidios agrícolas han sido dos de los temas que han salido a la palestra. También sin acuerdos. Los incendios que están arrasando Adelaide Hills, una de las zonas de producción de vino más prolíficas de Australia, no son muy alentadoras.
El cambio climático es una realidad, es el presente. Cierto es que algunos expertos exponen que el clima es cíclico, y tienen razón, el problema es que esos ciclos se están acelerando y es complicado para todas las especies (flora y fauna) adaptarse a dichos cambios de forma tan frenética. La modificación del clima de una determinada zona afecta directamente a la distribución natural de la vegetación, ya que el sol, el agua y la temperatura son los factores claves para la reproducción y desarrollo de las plantas, incluidas las vides.
Nuevas zonas de producción de vino
En los últimos años estamos asistiendo al aparición y /o crecimiento moderado de nuevas zonas de producción de vino, así como un cambio en los parámetros de ciertas zonas. Por ejemplo, se están elaborando vinos con grados alcohólicos medio-altos y altos, un hecho que por otro lado está ayudando a conseguir vinos de larga guarda. En la meseta central, la escasez de precipitaciones durante varias añadas ha provocado la elaboración de vinos con grados alcohólicos elevados, en muchas ocasiones, poco ‘bebibles’ e interesantes para el consumidor. Valga como dato que en la Ribera del Duero los 4 años más cálidos de la historia desde que se tienen registros de temperaturas han sucedido entre 2015 y 2019…
De hecho, las tendencias del tipo de vinos que se demandan a nivel mundial (frescos, elegantes, no-maderizados, fáciles de beber…) son directamente inversas a los vinos que el calentamiento global favorece.
Es realmente interesante este esquema de Vicente Sotés Ruiz (‘Impactos y adaptación al cambio climático en España’) sobre los factores del cambio climático, sus posibles beneficios y posibles efectos adversos.
¿Qué podemos hacer las bodegas para ayudar a decelerar el cambio del clima? Desde luego, trabajar de una forma más natural y ser respetuosos con el medio, lo que llevamos haciendo en Bodegas Comenge desde los inicios.
Apostamos por una viticultura orgánica porque pensamos que es la manera más coherente de expresar todo lo que nuestro viñedo ofrece y lo que nos rodea pero, además, reduce la emisión de C02 y la huella de carbono. Como ya hemos comentado en anteriores posts, en la actualidad formamos parte del Proyecto Fresh Wines (freshwines.es), encaminado a la búsqueda de soluciones para la adaptación de nuestros viñedos y vinos ante este nuevo escenario.
Afortunadamente, el sector está concienciado y no somos los únicos. El año pasado dos de las bodegas con más renombre del mundo se unieron para crear Wineries for Climate Action, una agrupación cuyo objetivo es alcanzar una reducción del 80% del total de las emisiones de CO2 que se emiten durante elaboración de vino para el año 2045, ya que consideran que el cambio climático es la mayor amenaza contra el sector. No podemos estar más de acuerdo.
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