¿Cuál es la razón por la que elegimos un restaurante u otro? ¿Qué es lo que tiene nuestro restaurante preferido que ha conseguido convertirnos en clientes asiduos y fieles? Sin lugar a dudas, el vino forma parte de alguna de estas respuestas. Para que una buena comida o una buena cena pueda ser reconocida como tal, un buen vino es imprescindible. ¿Qué sería de ese plato, en esa mesa, de ese restaurante si no nos hiciéramos acompañar de un buen vino tinto, un buen blanco o un rosado? Y es que la carta de vinos no es solo tan importante como las demás, sino que además es una de las mayores responsables de la imagen del restaurante que vayamos a frecuentar.

Como debe ser una buena carta de vinos

Y, ¿quién decide qué vinos han de formar parte de la carta? Los clientes, porque es a ellos a los que escuchan restauradores y sumilleres. Hay que decir también que la especialidad culinaria del restaurante determinará sin lugar a dudas, los vinos de su carta y que, junto a ella, lo harán además, la provincia y región en la que se encuentre el restaurante y el rango de precios de sus platos.
Pero una carta de vinos debería ser bien recibida y comprendida tanto por quien entiende de vino como por quien no tiene aun los conocimientos suficientes; una carta de vinos debería ser variada, extensa y sobre todo, clara. Para ello es importante poder encontrar en una carta que se precie información sobre la Denominación de Origen, la región, la añada, la bodega en la que se ha producido, la uva de la que procede y, por supuesto, el precio.

En cuanto a la distribución y al orden en el que debería presentarse esta información, la Denominación de Origen es, generalmente, lo primero en lo que nos fijamos, así que con ella a la cabeza, su color – tinto, rosado o blanco – y si su clasificación según la edad – joven, crianza o reserva – sería por este orden de relevancia, la distribución ideal de la información.

Puede ocurrir que entre nuestros restaurantes favoritos haya alguno de comida extranjera, o que incluso, tratándose de un restaurante de comida tradicional, cuenten con una oferta de vino extranjero digno de mención. En estos casos, los vinos internacionales aparecerían después de los nacionales, tras los cuales pueden enumerarse aquellos pensados para acompañar a los postres o a algún brindis final.

Y en caso de duda, el local elegido debería contar entre su personal con un sumiller o un profesional capaz de resolver nuestras dudas y de asesorarnos en nuestra elección. Un buen profesional, un buen vino , una buena carta de vinos… y una buena cena asegurada.