Según el estudio ‘Análisis de la caracterización y proyección de la producción ecológica española en 2019’, publicado recientemente por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), España es líder mundial en producción de uva ecológica.
Nuestro país representa el 26,88% de viñedo con Certificado de Agricultura Ecológica a nivel mundial y, entre 2018 y 2019, la superficie de viñedo orgánico en España aumentó casi el 7%.
No hay duda de que en la mayor parte de las regiones vitinícolas españolas contamos con unas características climáticas que favorecen un cultivo respetuoso con el medio ambiente. Particularmente, en la Denominación de Origen Ribera del Duero, disponemos de las horas de insolación, pluviometría, aireación y suelos para producir uva ecológica.
En Bodegas Comenge siempre apostamos por obtener nuestra uva de forma orgánica, fuimos pioneros en la zona en certificar nuestros vinos con el sello ecológico.
Sin embargo, a pesar de que tanto la producción ecológica de uva, como la industria, la comercialización, las exportaciones, importaciones y consumo de vinos ecológicos en España ha experimentado un importante crecimiento en los últimos años, aún hay algunos consumidores que sienten cierto recelo a los productos eco, por no saber muy bien cómo diferenciarlos o si fiarse.
¿Cómo saber si un vino es ecológico?
En el plano organoléptico (cata del vino) es muy complicado saber si un vino es ecológico o no lo es. Tomar vinos ecológicos tiene múltiples ventajas, como explicamos en este post, pero a nivel olfativo o gustativo es casi imposible distinguirlos.
Por lo tanto, la primera e inequívoca señal en la que ha de fijarse un consumidor es en la etiqueta y contra-etiqueta. Es obligatorio que en algún lugar aparezca el sello europeo de Agricultura Ecológica, representado con una hoja cuyo limbo lo forman doce estrellas (en la imagen). Da igual que la etiqueta contenta una bonita nota de cata, un poema, o cualquier declaración de intenciones: sin ese sello, no hay nada seguro.
Una ver corroborado que existe esa marca, hay otros aspectos que pueden ayudar a conocer el compromiso de la bodega con el medio ambiente: packaging (papel ecológico, caja en el que se guarda la botella), peso de la botella (cuanto menor sea, menos recursos energéticos se emplearán para su fabricación y transporte) o explicación de los alérgenos (por ejemplo, si el vino está clarificado con clara de huevo). Tampoco hay que fiarse al 100%, porque algunas etiquetas de vinos convencionales también lo incorporan por estética o marketing.
Todos llevamos con nosotros el teléfono móvil constantemente, por lo que podemos hacer una búsqueda rápida para valorar de nuevo ese nivel de compromiso del productor. Si en redes sociales encontramos contenido de viñedos con flores, fauna, podemos adivinar que en esa bodega se apuesta por mantener los ecosistemas vivos.
En la web corporativa, también debe haber información acerca de las prácticas culturales ecológicas que se llevan a cabo en la bodega, más o menos detalladas. Un blog como el que ponemos a vuestra disposición en Bodegas Comenge, en multitud de artículos sobre el tema, igualmente ayudará a comunicar al consumidor que la responsabilidad social de la empresa está ligada al medio ambiente.
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