No hay duda de que, cuando bebemos un vino, lo más importante es que disfrutarlo, que produzca placer. No es lo mismo beber que catar y, tanto en una como en otra ocasión, tienen mucho que ver las circunstancias que nos rodean: la compañía, las condiciones del espacio en el que nos encontramos (luz, decoración, temperatura…), el estado mental y físico, ¡hasta el paisaje!
Los vinos, por sorprendente que nos parezca, se comportan como organismos vivos y no siempre se expresan de la misma manera. Las dimensiones y geometría de la copa empleada o la temperatura de servicio también serán determinantes en el momento de la degustación.
En varias ocasiones hemos explicado las fases de la cata, los sabores del vino o cuáles son los descriptores organolépticos de las variedades de uva más importantes. Pero lo cierto es que no siempre disponemos del tiempo suficiente para concentrarnos minuciosamente en las características de un vino.
Por ello vamos a detallar algunos sencillos consejos que ayudarán a que, de una forma rápida, puedas hacerte una idea de cómo es el vino.
COLOR
No es algo que se tenga muy en cuenta en la actualidad, ya que depende de muchísimos factores: tipo de uva, tipo de elaboración, clima, edad del vino…. Ahora bien, salvo en algunas elaboraciones especiales, el vino debe mostrar un aspecto limpio y brillante. Si lo encuentras turbio, puede que haya sufrido algún tipo de desarrollo microbiológico y que sus características y calidad haya sido alterada.
AROMAS
Que un vino sea muy fragante no quiere decir que sea bueno ni malo. Existen unas variedades más aromáticas que otras y como dice Rafael Cuerda, enólogo de Bodegas Comenge, “todo gran vino tiene un punto de discreción”. El vino debe oler a vino, a uva. Pero también será posible encontrar notas que deriven de su elaboración, como los tostados o especiados propios de la crianza en barrica. En todo caso, de una primera ‘olida’ lo importante es verificar que no hay aromas desagradables.
ACIDEZ
Algunos catadores neófitos relacionan la acidez con que ‘un vino es fuerte’. En realidad, no tiene nada que ver, la acidez está vinculada también a la variedad, al clima y al proceso de elaboración. Cuanto más haga salivar el vino, tendrá una mayor acidez. Además, la acidez es un buen aliado para muchos platos y una de las garantías de que el vino se sobrepondrá al paso del tiempo.
DULZOR
También es común confundir el dulzor con la sensación melosa en boca. La mayor parte de los vinos españoles que probamos en el día a día son secos, aunque tienen un pequeño porcentaje de azúcar. Procesos como la fermentación maloláctica en vinos blancos o el trabajo con las lías (restos de levaduras de la fermentación), pueden confundir y dar una ligera sensación de dulzor, aunque el vino sea seco.
ALCOHOL
¿Cuántas veces hemos escuchado “este vino tiene mucho alcohol” y al ver la etiqueta nos hemos sorprendido? En la DO Ribera del Duero, normalmente los vinos tienen entre 13,5 y 14,5 grados de alcohol, aunque depende mucho de la añada y del momento de la vendimia (maduración de la uva). ¿Es mucho o es poco? Depende. Y aquí continuamos con el siguiente punto y el más importante, que relaciona los tres anteriores.
EQUILIBRIO
La calidad de un vino se mide – a muy grandes rasgos – por su equilibrio. Por ejemplo, muchos vinos de Jerez encabezados, es decir, a los que se les ha añadido alcohol vínico, o de Oporto, parece que tienen menos alcohol vínico del real. Esto es porque, o bien tiene muy buena acidez, o mucho azúcar. Es fundamental un buen equilibrio entre acidez, alcohol y dulzor, dentro del estilo de cada vino. Digamos que, a priori, es complicado valorar cada factor de forma independiente cuando se bebe un vino.
CUERPO
Un vino puede tener mucho cuerpo, cuerpo medio o ser delgado, ligero. Es un término de gran importancia en los vinos tintos, pues en ellos los taninos extraídos de los hollejos y las pepitas cobran especial relevancia. Por ejemplo, los vinos Comenge el Origen o Familia Comenge tienen más cuerpo que Biberius. Esto es perceptible por su sensación más voluminosa en boca, son más carnosos y, por lo tanto, armonizarán mejor con platos potentes.
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