Hace un par de semanas os hablamos sobre la práctica cultural de la poda en verde, que en la Ribera del Duero se suele realizar hacia mediados o finales de mayo para tratar de evitar las heladas tardías, que pueden dañar los incipientes racimos.

La primavera en la Ribera del Duero no está exenta de problemas en cuanto al clima se refiere, pues es habitual que las temperaturas entre un día y el siguiente sufren grandes cambios. Los enólogos y viticultores toman decisiones importantes durante todo el ciclo, y la poda en verde es una de ellas, máxime cuando estamos asentados en una zona donde no es raro que hiele a finales de mayo. Ya se sabe el refrán, “hasta el 40 de mayo no te quites el sayo”.

Precisamente la semana pasada, las bajas temperaturas registradas durante la noche provocaron una helada bastante importante que arrasó parte de la cosecha en parte de los viñedos de Burgos y Soria fundamentalmente, un 10% de la superficie total de viñedo de la Ribera del Duero. Difícil solución.

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Este clima tan extremo es particular de la meseta de Castilla y León, donde se asienta el viñedo de Bodegas Comenge, y no se da en ninguna otra zona vitícola del mundo. El clima de la Ribera del Duero es mediterráneo con marcado carácter continental;  donde los veranos son muy cortos y calurosos, y los inviernos largos y rigurosos.

Los largos y fríos inviernos en la zona vinícola de la Ribera del Duero hacen que el ciclo vegetativo de la vid sea más corto, un factor limitante en cuanto a la producción que, en el caso de Bodegas Comenge es un valor añadido, pues se busca siempre la máxima calidad de nuestras uvas frente a grandes rendimientos.

La oscilación térmica es muy acusada entre el día y la noche, de hasta 20 grados,  y entre el verano y el invierno , cuando se pueden alcanzar máximas de 42º en la época estival y -20ºC durante los meses de letargo.

Si bien es cierto que el riesgo de heladas tardías y de granizo supone un grave problema para el cultivo de la vid; un buen balance hídrico de la planta, unido al estrés que la cepa sufre en verano y a las oscilaciones térmicas previas a la vendimia, son muy beneficiosas para una perfecta maduración del fruto.

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Durante el día, con el sol, la uva desarrolla una perfecta maduración con la acumulación de azúcares y, por la noche, con el frío, mantiene la acidez.  Además,  la variedad tempranillo es la que mejor se adapta a estas particulares condiciones, por su ciclo corto y capacidad de adaptarse bien y madurar las uvas en tiempo récord.

La orografía es otra de las singularidades de esta zona que influye en cómo las condiciones climatológicas de cada añada afectan al viñedo. Desde la parte más occidental hasta el extremo oriental, la Ribera del Duero se extiende unos 115 kilómetros; por lo que las inclemencias del tiempo no inciden de la misma forma.

En la sección oeste, que es el entorno de Pesquera de Duero, donde se sitúa Bodegas Comenge encontramos variabilidad de terrenos que van desde los páramos, las cuestas, las laderas, las terrazas y campiñas; a lo que además es necesario sumar la orientación de las parcelas.

Afortunadamente en el Valle del Cuco hemos tenido más suerte que en la sección este y la helada de la semana pasada no afectó al viñedo. Con tan sólo 115 días al año libres de heladas, el consultar la predicción de meteorológica cada jornada es casi un ritual.