Llega la Navidad, y con ella días de celebración en familia, encuentros con amigos, cenas de trabajo y demás eventos que llegan incluso a desbordar al más familiar y fiestero de los humanos. Es probable que seas anfitrión de alguno de estos encuentros, y que incluso te toque elegir el vino. Por nuestra parte, te animamos a ello e incluso te damos algunos consejos para desmarcarte de lo políticamente correcto, o lo que es lo mismo, del maridaje convencional.

Olvidemos el aburrido mito del blanco para aperitivo, marisco y pescado; el tinto para carne roja; y el espumoso para los postres y turrones. En la próxima celebración navideña, atrévete a dar la nota y sorprender. Haz que tu elección sea motivo de conversación y brindis. Te animamos a introducir vinos desconocidos, de otras denominaciones a las que estés menos habituado, e incluso de otros países afamados como el nuestro por sus buenos vinos.

El vino, un aliado en la mesa

El vino ha tenido la habilidad de hacerse hueco en toda celebración que se precie, porque yo ahora no puedo imaginar una reunión en torno a una mesa sin su presencia como bebida principal. Porque el vino tiene esa capacidad de crear armonía, no sobresalir ni pasar inadvertido, y aquí entra en juego el color, la textura, el olfato y el gusto, en definitiva aportar el equilibrio perfecto entre mesa, comensales, platos y vino. En este sentido, el vino tendrá un papel no únicamente de acompañante sino también de aliado, capaz de sacar lo mejor de cada degustación, desde una cena informal hasta el más exquisito de los banquetes.

Esto sólo se consigue, eligiendo bien. ¿Qué tal empezar con un rosado, que sea potente en fruta y complejo en cata? Un rosado fresco es ideal para el aperitivo, que están ahora muy de moda, lo que dará pie a una conversación en torno a él.

Tras el aperitivo, podemos pasar a un blanco con algo de barrica, pero sin descartar la posibilidad de optar a un tinto joven y afrutado en cualquier momento, ya que animará a los asistentes a abrir boca. Dar la posibilidad de catar varios vinos, sin encorsetarnos al protocolo preestablecido, es algo poco habitual, pero es interesante ofrecer opciones a los invitados:  al fin y al cabo de eso se trata, de catar y comentar.

Algo similar sucede con los fiambres y carnes blancas tan habituales en estas fechas y que tendemos a maridar con vinos tintos más jóvenes, pero si el pavo, capón o incluso el cochinillo, admiten guarniciones como mermelada, huevo hilado, pasas o compota, porque no elegir de nuevo un vino blanco o rosado para maridar estos exquisitos platos.

Antes de pasar al plato fuerte, momento de cambio de tercio, sugerimos sorprender a nuestros invitados con una cata del vino de la reciente cosecha, un vino que estará en pleno proceso de elaboración y maduración, pero que ya dice mucho sobre lo que va a ser en un futuro. Será un bonito momento para brindar por el éxito y los mejores deseos.

Después ya podremos continuar con la carne roja, solomillo, roastbeef, o el extraordinario lechazo de nuestra tierra, Aranda de Duero. Nuestra recomendación en este caso es sólo una: un vino tinto con barrica, cuerpo, y redondeo en botella.

Para el postre y turrones, todas las opciones son buenas. Un vino dulce, un espumoso o el mismo vino tinto con el que has terminado la noche. Sea la elección que sea, haz que el vino llene la mesa de buena conversación y bonitos momentos.

Por María Luisa Cuevas, Directora de Bodegas Ferratus