Los viticultores y enólogos se encuentran en la actualidad ante un desafío frente a las consecuencias ya visibles del cambio climático. Cada vez llueve menos, la continentalidad es menor y, en función de los años, también lo es la amplitud térmica entre el día y la noche, tan influyente en el metabolismo de la vid y determinante en la evolución durante la maduración de la uva de parámetros como el color, los aromas y la acidez en los vinos.
Muchos, como es el caso de Bodegas Comenge, empezamos ya hace muchos años a tomar medidas ‘preventivas’ ante un problema que cada vez es más acuciante. Una de las decisiones más extendidas ha sido y está siendo la de plantar viñas a cada vez mayor altitud, tratando de encontrar temperaturas más frescas durante el periodo estival.
En la Denominación de Origen Ribera del Duero partimos de una altura sobre el nivel del mar de unos 750 metros, lo cual ya supone una cierta ventaja, hasta llegar a los más de 900 metros en algunas zonas. Sin embargo, es una región con muchas horas de sol y veranos muy secos. La altitud permite una maduración más lenta de las uvas y una menor pérdida de acidez de la misma y como consecuencia la obtención de mostos más frescos.
En el caso de Bodegas Comenge, hace varias cosechas comenzamos a aislar levaduras de nuestros propios viñedos con el fin, entre otras cosas, de conocer la capacidad de cada una de ellas para metabolizar el azúcar en alcohol, pues el rendimiento entre ellas puede ser muy diferente y por tanto constituyen en sí mismas una herramienta de gran valor para moderar el contenido alcohólico de los vinos. De esta manera, podemos emplear nuestras propias cepas de levadura, seleccionadas en el ecosistema ecológico que constituyen nuestros propios viñedos, en función de las necesidades de la añada, sin perder la personalidad y singularidad de nuestros vinos.
El correcto manejo del follaje de la vid, la poda, las características propias del suelo, el manejo del riego en el caso de poder contar con ello, la forma de conducción de las plantas, o la aplicación de tratamientos “estimulantes” de la maduración fenólica de las bayas son también aspectos muy importantes para hacer frente a esta situación.
Ser más competitivos en el mercado internacional
A todos lo anteriormente descrito, hay que añadir un aspecto muy importante, el comercial. El consumidor a nivel mundial cada vez demanda vinos más ‘bebibles’, es decir, menos concentrados, con menos tanino, menos barrica, menos alcohol… Vinos para el día a día, para disfrutar en cualquier ocasión.
El proyecto de I+D Freshwines nace con la idea, como su nombre indica, de elaborar vinos más frescos. El objetivo es llevar a cabo una serie de estrategias en viticultura y biotecnologías en la bodega para definir y controlar la frescura de los vinos que proceden de los viñedos de los que ya disponemos.
Para ello contamos con unos compañeros de viaje de excepción: Bodegas González Byass Jerez, Alcoholes de Tomelloso (Altosa), Bodegas y Viñedos Fontana, el Grupo de Investigación ENOTEC de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (Fundación Premio Arce de la Universidad Politécnica de Madrid), el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC) y el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL); un proyecto de investigación y desarrollo experimental liderado por Lallemand Bio que no sería posible sin el apoyo financiero de la Unión Europea. Para la ejecución del mismo se dispone de un presupuesto global de 2.312.796€, está subvencionado por el CDTI con Fondos FEDER de la Unión Europea y la duración prevista es de 30 meses, esperando finalizar todos los trabajos desarrollados por los diferentes equipos en diciembre de 2020.
No es la primera vez que desde Bodegas Comenge hacemos una fuerte apuesta por el I+D+I asociado al viñedo. Desde nuestra fundación siempre hemos llevado a cabo novedosos proyectos de investigación con objeto de profundizar en el conocimiento de la vid y de nuestros vinos, herramienta clave para elaborar vinos de calidad, respetuosos con el medio ambiente, sabrosos y acorde a los gustos del consumidor y con marcada personalidad.
Desde investigaciones con diferentes tipos de levaduras existentes en nuestros viñedos, el estudio en profundidad de su incidencia en nuestros vino, la implantación de éstas en distintos momentos de la elaboración y la crianza, o el manejo exclusivamente ecológico de toda nuestra producción de uva, constituyen un pilar fundamental para lograr nuestro objeto de elaborar un vino verdaderamente reflejo de nuestro maravilloso terruño.
Muy buena nota de prensa, al hilo y gracias a este proyecto se ha publicado recientemente este interesante articulo:
https://www.mdpi.com/2076-2607/8/6/830
Un saludo.
Muchas gracias por tu comentario Cristian, y por tu gran aportación; efectivamente muy interesante.