Cuando hablamos de bebidas fermentadas, rápidamente se nos vienen a la cabeza el vino o la cerveza. Sin embargo, se ha añadido una más a la lista: kombucha. Aunque se diferencian en algunos aspectos.

Pero antes de presentarte este “nuevo elixir”, ¿qué son las bebidas fermentadas?

Son aquellas que proceden de frutas o cereales, en las que el azúcar se transforma en alcohol, normalmente por la acción de un fermento, bien una bacteria o una levadura.

Sin embargo, la kombucha no es alcohólica y procede del té.

¿Qué es la kombucha?

Partimos de tres ideas iniciales que ya te hemos adelantado: una bebida fermentada, sin alcohol, a base de té, pero ¡es un hongo!

En este caso, la fermentación la provoca SCOBY: es un cultivo de levaduras y bacterias que hacen que el hongo del té se convierta en una bebida saludable porque contiene minerales (hierro, potasio, calcio…), vitaminas (B1, B2, B3, B6, B12, ácido fólico, C, D, E y K) y ácidos esenciales para el organismo.

¿Qué beneficios proporciona la kombucha?

Se han realizado estudios en animales que confirman claramente que provoca mejoras en la salud. Y, por ende, se entiende que en los humanos también, porque posee una serie de propiedades beneficiosas:

  • Es antioxidante
  • Es hidratante
  • Ayuda a reducir el colesterol
  • Refuerza sistema inmunológico
  • Refuerza la microbiota

Tiene efecto vasodilatador y antiinflamatorio, gracias a ser una bebida rica en polifenoles, como el vino, le da un carácter antioxidante.

El gran aporte de agua, minerales y vitaminas, ayuda a hidratar el organismo. Es vegana y sin gluten. Es refrescante, contiene poco azúcar y es baja en calorías, unas 30 por cada 100 mililitros. Por todo eso, también favorece el trabajo a los riñones y al hígado, a cuyas enzimas ayuda a expulsar los compuestos tóxicos.

 Una bebida milenaria

A veces tenemos la sensación de que la vida es cíclica o que ya está todo inventado. En el caso de la kombucha, estas teorías se cumplen.

Se tiene constancia de que, hace más de 2.000 años, se consumía esta bebida. ¿Dónde? En China. Se tomaba por su rico sabor, pero sobre todo, por sus propiedades curativas y estimulantes.

Y esto hizo que su consumo se extendiese a Europa, a Japón, América…

Podemos decir que en nuestro continente se asentó a principios del siglo XX, aunque las marcas que elaboran kombucha han aflorado en los últimos años, con gran variedad de precios y sabores.

¿A qué sabe la kombucha?

Es aromática y ácida por sí sola. Después, existe una gran variedad de sabores en su elaboración: frutales, picantes, herbáceos… Ya que se macera con muchos productos. También se mezcla con zumos u otras bebidas.

Al fermentar, crea un poco de carbónico también, que le da cierta chispa.

Infinidad de sabores para diferentes momentos y gustos. Lo importante es que te asegures de que bebes kombucha de verdad y no cualquier sucedáneo con letra pequeña que te impida beneficiarte de todas las propiedades ya enumeradas.

Pero, como todo en la vida, con moderación. Ante tantos pros, siempre aparecen los contras. El yin y el yan. De ahí la importancia del equilibrio.

Los contras del consumo de kombucha

Aún no se ha demostrado científicamente que todos los beneficios que le atribuyen sean tales, al menos en los seres humanos.

Se elabora con azúcar y, aunque sea para alimentar a las bacterias y levaduras, siempre queda algún mínimo porcentaje, el cual es mucho mayor en las kombuchas industriales. Y parece que la idea de que no tenga alcohol, no es del todo cierta, porque no deja de realizar fermentación alcohólica como los vinos. No es recomendable, por tanto, su consumo en embarazadas y niños.

Es preferible comprarla a elaborarla caseramente, sobre todo, para controlar los tiempos de fermentación y los ácidos, además del alcohol y azúcar. Pero si quieres probar, el SCOBY pueden encontrarlo en tiendas de alimentación ecológica y, como te podrás imaginar, en muchas páginas de internet. Solo debes tener la seguridad de que lo que adquieres sea de calidad.