A principios de este año escribimos un sencillo post sobre la poda de invierno en la Ribera del Duero, con el fin de explicar brevemente cuáles son los fundamentos de esta práctica cultural que se realiza durante el reposo vegetativo de la vid.

La semana pasada, fue el turno de podar las cepas el Pago de las Hontanillas de Bodegas Comenge, una de nuestras parcelas más especiales y de donde proceden las uvas para elaborar nuestro gran vino Don Miguel Comenge. La parcela tiene apenas 2,7 Ha. y se encuentra en el término de Pesquera de Duero, en una ladera de orientación sur donde predomina el suelo calizo.

Las cepas en esta parcela están formadas en espaldera, a 2,80 metros por 1,20 metros de distancia unas de otras. Esta densidad de plantación nos ha permitido formar las cepas con un solo brazo, lo que se conoce como poda en cordón royat simple.

Este sistema de poda, unido a las características del Pago de las Hontanillas, permite obtener unos racimos más pequeños y una uva más concentrada, de una calidad exquisita. Los racimos crecen de manera homogénea y ordenada a lo largo del brazo o cordón, de forma que madurarán prácticamente por igual y contarán con la suficiente aireación para evitar ciertas enfermedades. Esta formación también favorece la correcta aplicación de los tratamientos en la cepa, siempre que se controle igualmente el vigor y reparto de la masa foliar.

El objetivo final de la poda de la vid no es otro que ralentizar el envejecimiento de la planta, renovando cada año los brotes de donde nacerán los racimos. Sin duda, la poda es una de las prácticas más complicadas en el viñedo, pues su buena puesta en práctica será un factor determinante tanto para la calidad de los vinos de la añada, como para cosechas futuras.