El verano es para muchos sinónimo de descanso, vacaciones, sol y tiempo libre. Pero mientras tú desconectas, en el corazón de la Ribera del Duero la actividad no se detiene. De hecho, en Bodegas Comenge, el verano es uno de los momentos más delicados e intensos del año. El viñedo entra en una fase clave y cada decisión que tomamos influye directamente en la calidad del vino que llegará a tu copa.
Hoy queremos contarte qué ocurre entre bastidores, en ese escenario natural que son nuestras viñas ecológicas, mientras tú disfrutas del verano. Porque detrás de cada sorbo de vino hay meses de trabajo silencioso, atento y respetuoso con la tierra.
El ritmo del viñedo en verano
El ciclo de la vid avanza sin pausa. Tras la floración de la primavera, llega el cuajado y poco después el envero, ese momento mágico en el que las uvas empiezan a cambiar de color y a desarrollar sus aromas y sabores. Es aquí cuando comienza el verdadero reto del verano: acompañar a la uva en su maduración sin forzarla, sin que el calor excesivo, el estrés hídrico o cualquier otra amenaza pongan en riesgo su equilibrio.
En Comenge, trabajamos exclusivamente con uva ecológica de nuestros propios viñedos, lo que nos permite tener un control absoluto sobre cada cepa. No utilizamos productos químicos de síntesis y fomentamos la biodiversidad del entorno, lo que requiere aún más observación, conocimiento y sensibilidad.
Claves del trabajo en verano en el viñedo
1. Control del estrés hídrico
Uno de los mayores desafíos en los meses de calor es asegurarnos de que la vid recibe el agua justa. Ni más, ni menos. En nuestras fincas, gestionamos el riego de forma eficiente y siempre con el objetivo de que la planta trabaje de forma natural, buscando el equilibrio. El estrés hídrico moderado, bien controlado, puede incluso mejorar la calidad del fruto. Pero un exceso podría frenar el desarrollo o dañar la planta.
2. Poda en verde y control de la vegetación
Durante el verano realizamos una poda selectiva —la llamada poda en verde— para mejorar la ventilación entre racimos, favorecer la maduración y evitar la aparición de enfermedades. También despejamos ligeramente las zonas más densas para que el sol llegue a las uvas de forma equilibrada, sin quemarlas. Cada intervención se hace a mano, cepa a cepa, observando lo que cada planta necesita.
3. Seguimiento del envero
El momento del envero es crítico. Las uvas comienzan a acumular azúcares, polifenoles y aromas. En esta fase, realizamos controles constantes para asegurarnos de que la maduración avanza de forma homogénea. Caminamos entre las hileras, catamos uvas, medimos parámetros, tomamos notas… El trabajo de campo se intensifica.
¿Y en la bodega? También hay vida (y mucho trabajo)
Aunque la vendimia no llega hasta septiembre, en la bodega también se trabaja durante el verano. Este es el tiempo de control, limpieza y preparación. Revisamos depósitos, preparamos barricas, ajustamos los espacios para recibir la nueva cosecha y seguimos de cerca la evolución de los vinos que están en crianza o en botella.
El silencio de la bodega en verano contrasta con la actividad del viñedo, pero no por eso es menos importante. La calma y el orden en el interior son esenciales para que, cuando llegue la vendimia, todo funcione como un reloj.
El verano: entre el trabajo y la esperanza
Trabajar el viñedo en verano es, en cierto modo, un ejercicio de paciencia y esperanza. No hay margen para los errores, pero tampoco para las prisas. El clima marca el ritmo y nosotros nos adaptamos a él, acompañando a la planta con respeto y dedicación.
Cada día en el campo es una lección de humildad. Sabemos que, aunque tengamos el conocimiento y la experiencia, la naturaleza siempre tiene la última palabra. Y por eso, cada botella que sale de nuestra bodega es el resultado de muchos días de calor, de madrugones, de decisiones tomadas con mimo y con fe en lo que vendrá.
Si este verano descorchas un Comenge…
…piensa por un momento en todo lo que hay detrás. En el trabajo de quienes han cuidado cada uva bajo el sol, en el respeto por la tierra que nos da sus frutos, y en la historia que se embotella con cada añada.
La viña no se toma vacaciones. Y en Bodegas Comenge, tampoco. Porque cada verano es una oportunidad para seguir cuidando nuestra uva como se merece: con esfuerzo, cariño y compromiso. Gracias por estar ahí, brindando con nosotros.
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