Durante los dos últimos años, nos hemos enfrentado a situaciones impensables en pleno siglo XXI: la pandemia o el conflicto entre Rusia y Ucrania. Dos realidades que nos han afectado social, anímica y económicamente y que también se han hecho sentir en el sector del vino.

Vivimos en lo que han bautizado como “nueva normalidad” y, con ella, estamos expuestos a un nuevo panorama en cuanto a los canales de venta (enlace post tercer canal) o el encarecimiento de los costes, que contrasta con la revalorización del vino y su consumo.

Y actualmente, ¿qué nueva normalidad vive el mundo del vino? ¿Se ha recuperado del impacto de la pandemia? ¿Cómo le afecta el aún activo conflicto bélico Rusia VS Ucrania? ¿Qué país consume más vino y cuál es que más exporta?  Pero, sobre todo, ¿estamos ante un nuevo paradigma?

Camino de la recuperación

En 2021, el volumen de ventas de vino en España creció un 14%, frente a la caída del 17,8% sufrida durante la pandemia. El canal Horeca logró situarse prácticamente en niveles pre-pandémicos y aumentó la venta directa en tienda física u online.

En los primeros meses de 2022, el consumo de vino en nuestro país se ha estabilizado y  ha crecido poco más de un 11%, alcanzando los 10,44 millones de hectolitros. Y mayo, se ha convertido en el mejor mes históricamente en cuanto a las exportaciones, con ventas que superaron los 285 millones de euros.

En Bodegas Comenge confirmamos que los años que llevamos construyendo y fortaleciendo nuestra marca nos han ayudado a resistir a estas embestidas tan inesperadas como insospechadas. Por lo que podemos presumir de mantenernos con fuerza en el mercado.

¿Qué preocupa ahora? La crisis económica causada por la guerra entre Rusia y Ucrania, por ende, los precios desorbitados de los combustibles, el aumento de los impuestos o la escasez y precio del vidrio, entre otros inconvenientes, bajan la rentabilidad de la industria del vino.

 

¿Estamos ante un nuevo paradigma?

España y Francia volvieron a ser líderes en cuanto a exportaciones, pero es preciso diferenciar entre volumen y valor. En volumen, España lideró el ranking: envió 23 millones de hectolitros (el vino a granel supone más de la mitad de estas transacciones). Pero, en cuanto al valor de las exportaciones, Francia se situó la primera con  11.100 millones de euros de ventas al extranjero. España aquí ocupa el tercer puesto.

Y ¿qué tiene más importancia? ¿Vender más por menos o menos por más? En este punto es donde vemos que realmente estamos ante un nuevo panorama. Es habitual que en las épocas de crisis se produzca una polarización, es decir, aumentan las desigualdades sociales y la clase media parece desdibujarse, provocando un enriquecimiento o empobrecimiento de las capas altas y bajas de la sociedad, respectivamente.

Esto, en el consumo de vino, se traduce en el aumento de las ventas en el canal alimentación, en los supermercados; y, por otro, de los vinos de lujo. Y hacia esa dirección es donde se dirigen los objetivos de grandes bodegas: obtener más ventas en valor que en volumen o, lo que es lo mismo, vender menos cantidad, pero a mayor precio y calidad. ¿Quién no desea algo así?

 

Objetivo: vinos de lujo

El ascenso de las bebidas Premium en el mercado es una realidad palpable. El costo de este tipo de vinos de lujo, conocidos como ‘fine wines’, sube con el paso del tiempo. Son vinos de los que existen unidades limitadas, por lo que ganan más valor; y, raramente, se ven afectados por las fluctuaciones del mercado. Además, adquieren esta categoría de mejores vinos del mundo, por su capacidad de mejorar con el tiempo.

Pero en estos casos, es muy fácil que se produzcan fraudes o que nos la den con queso (expresión con origen vitivinícola). Para evitarlos, se debe conocer bien el origen de ese vino y cómo se ha guardado y conservado. En esa línea trabajan algunas entidades privadas.

Proliferan los ‘clubs’ que buscan e identifican oportunidades de compra, para personas de gran poder adquisitivo o grandes empresas. Hasta se encargan de custodiar esos vinos en un almacén fiscal para asegurar todas las garantías de conservación. Hablamos de vinos para los que habría que esperar hasta 10 o 15 años para disfrutarlos.

Y este viraje del mercado del vino hacia las gamas más altas, ha llevado a muchos grandes grupos empresariales a invertir en bodegas conocidas. El último caso conocido, el de Louis Vuitton, que ha comprado el gigante del vino californiano Joseph Phelps Vineyards.

Pero Louis Vuitton no ha sido el único: en nuestro país, el mexicano Grupo Multimedios compró el 100% de Bodega de Sarría y el grupo filipino Emperador adquirió las bodegas jerezanas de Domecq, Fundador y Garvey. Son solo algunos de los ejemplos, es evidente que la inversión en fine wines está al orden del día.