El viñedo descansa durante el invierno. Podemos decir que, como algunos animales, hiberna.
En esta temporada, las labores en el campo son escasas, pero la vid es un ser vivo y hay que seguir cuidándola y mimándola. Por eso, en cuanto se producen las primeras heladas, y según zonas y viticultores, se realiza la poda de invierno.
En nuestra zona, la Ribera del Duero, las heladas llegan más pronto de lo que lo están haciendo este invierno, por lo que es habitual comenzar a podar incluso en diciembre.
Aunque, sin duda, la poda de invierno es una de las labores más importantes, porque lo que se pretende con ella es fundamental:
- Ralentizar el envejecimiento de la planta, mediante la renovación de la madera.
- Ajustar los rendimientos para conseguir una planta equilibrada.
Tal y como explica el director técnico de Bodegas Comenge, Rafael Cuerda, la idea es “mantenerla contenida en su formación de órganos vegetales y racimos, de forma que al final los frutos que obtengamos sean de calidad y sin agotar las reservas del suelo y de la planta”.
En Bodegas Comenge realizamos, si es necesario, dos podas: la poda en seco, en invierno, y la poda en verde, en primavera. En este caso nos centramos en la primera, pues la segunda no se hace siempre, sino que se deciden en función de las condiciones climáticas.
Tipos de podas
Existen varios sistemas de poda en función del sistema de conducción del viñedo (vaso, espaldera, emparrado…) y de cómo se dispongan el tronco, brazos, varas y/o pulgares (cordón, guyot…).
En Bodegas Comenge optamos por cordón Royat en el sistema de espaldera.
Cordón Royat
Es un sistema simple que nos ayuda a definir la estructura permanente de la planta en algunas parcelas, como en el pago Las Hontanillas.
En el caso de Bodegas Comenge, una máquina hace una especie de pre poda, retirando todos los sarmientos más largos para realizar posteriormente la poda final a mano.
Después, se realiza una poda corta o también denominada ‘en pulgar’. Esto es, se dejan dos yemas, y en la larga, cuatro o más. Consiste en: «podar sobre los elementos del año anterior: eliminamos sarmiento superior y dejamos el inferior con dos yemas francas bien visibles«, explica Rafa.
La uva tempranillo, nuestra variedad por antonomasia, fructifica muy bien en poda corta. Otras variedades como cabernet sauvignon, con la que también elaboramos, son más de podas largas, de cinco o seis yemas, siempre con el fin de conseguir “buenos rendimientos, acordes con la vegetación”, aclara nuestro director técnico.
Pero dentro de los tipos de poda, y durante los últimos años, se viene practicando la llamada poda de respeto.
Poda de respeto
Se trata de una práctica inspirada en cómo se podaba antiguamente, que permite el crecimiento ‘libre’ de la planta, es decir, con capacidad de crecer de manera tridimensional y sin limitaciones de espacio.
Se llama de respeto porque es en lo que se basa, en el respeto a la planta y al flujo de savia. Esto se consigue:
- Realizando los cortes de poda por un solo lado, para que queden ahí las “heridas o secos” y por el otro, las cicatrices. Esto se denomina carreras de secos y carrera de verdes, respectivamente.
- Siendo los cortes pequeños en tamaño y número, para evitar las enfermedades de la madera.
- Dejando madera de protección o de respeto, para que la parte seca (cono de desecación) no afecte al flujo de la savia
- Sellando las heridas para evitar la contaminación por hongos
Esta práctica de poda se adapta a cualquier sistema de conducción, pero está especialmente pensada para la formación en vaso.
Sea como fuere, la poda de invierno es más que importante, con ella siempre se busca el máximo beneficio de la planta y es el pistoletazo de salida para asegurarnos, desde el inicio, una buena añada.
Queda mucho por delante, muchas decisiones que cada año, con el cambio climático, van variando; pero siempre con el máximo respeto a una historia, una cultura y a nuestra planta: la vitis vinifera.
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