La vendimia es la fiesta del vino, el final de un largo proceso donde la naturaleza ofrece su premio al hombre por un año de esfuerzo y dedicación, en este post os invitamos a visitar muy de cerca las tierras de Bodegas Comenge, los hombres y mujeres que en ellas trabajan y los secretos de un proceso natural sin química alguna donde solo hay vino 100% de principio a fin.
Para vivir esta experiencia debemos viajar al precioso pueblo de Curiel de Duero en el corazón de la Ribera del Duero, allí descubrimemos 32 hectáreas de Tempranillo y 2 hectáreas de Cabernet Sauvignon, en ellas se encuentra el preciado don que permite la elaboración de los vinos a partir de viñedo propio, diferente, singular, verdaderamente especial en su cultivo.
Los viñedos de Bodegas Comenge se encuentran situados alrededor de la bodega, entre las laderas de Curiel de Duero y Pesquera de Duero, repartidos en 15 pagos de suelos pobres y calizos. La especial interacción entre estos suelos, el microclima de los viñedos y la variedad Tempranillo, hace que ésta alcance su máxima expresión de potencia, elegancia, finura, complejidad y equilibrio, concentrando en las uvas todo el sabor de la tierra y el sol, claves para la elaboración de unos tintos únicos.
El extremo clima continental predominante en la Ribera del Duero somete a los viñedos a los rigores del invierno y al calor estival, condiciona la búsqueda de bajos rendimientos de las cepas y marca el carácter de nuestra producción: racimos pequeños, sueltos, de bayas menudas, concentradas, siempre bien iluminadas y aireadas, que maduran al abrigo de la vegetación autóctona en perfecta armonía con la microfauna de la zona.
2012 ha permitido a los vendimiadores trabajar bajo un agradable sol que ha terminado la uva de una forma inmejorable antes de su recolección.
Las manos expertas de los vendimiadores no cesan de recolectar las uvas bajo el radiante sol, con mimo seleccionan los racimos que van a parar a sus repletas cajas. Poco a poco la vid se muestra desnuda, carente de su fruto que tanto tiempo ha guardado, ha llegado el momento de convertir su delicado corazón en el néctar con esencia de Ribera del Duero. Este momento supone el final de la evolución del grano constituido por la fecundación de la flor en una pequeña “bolita” verde formada básicamente por clorofila y cierta cantidad de ácidos.
Dicha bolita crece hasta llegar a un período límite de la vida del grano conocido con el nombre de “envero”, que es cuando el grano de uva pierde su dureza y se ablandan los tejidos.
Las uvas recolectadas son transportadas por los tractores a la bodega para ser volcadas en la cinta de selección.
Una vez allí la cinta en continuo movimiento pasa por la revisión del equipo de selección.
La cinta transporta con delicadeza las uvas a su punto de desbroce donde perderán su parte leñosa llamada raspón o escobajo que da forma al esqueleto del racimo.
Este desbroce del raspón es convertido en compost que servirá de abono para la tierra «la vid regresa de nuevo a la vid» un abono natural sin composición química, ¡vino y solo vino!
Una vez más las uvas llegan a otra zona de selección donde se eliminan los trozos de raspón e impurezas que han podio quedar, en este punto ya podemos ver limpia la baya o grano maduro formado por la película u hollejo que encierra en su interior la pulpa y las semillas del grano.
Es el punto final de la cinta se selección, las uvas son lanzadas a la trituradora, aquí la piel de la uva que es una membrana delgada y elástica y que se estira a medida que el grano de uva va creciendo ha adquirido su máxima elasticidad . En su interior el grano ha llegado a su madurez, la película que lo recubre muy fina se rompe fácilmente durante esta operación.
Limpiamente las uvas van siendo trituradas entregando su delicioso interior. El resultado es la suma de la película que contiene: agua, celulosa, algunos ácidos orgánicos, minerales, y dos grupos de sustancias vitales para la elaboración de vinos tintos, los taninos y la materia colorante.
En la vinificación de vinos tintos la mayoría de los taninos provienen de la película, al igual que los elementos del color o antocianos
El mosto resultante es impulsado hasta las cubas de fermentación. Las semillas contienen numerosas sustancias, que pasan al vino en el curso de la fermentación. Las más importantes son: los taninos y las materias grasas.
La pulpa que es la parte principal del grano de uva que ocupa del 83 al 92% del grano, está formado por células llenas de agua además de otros constituyentes como azúcares, ácidos, sustancias nitrogenadas y minerales; que en el interior de las cubas pasan a formar parte del mosto, materia base para elaborar el vino.
Jaime Comenge, Presidente de Bodegas Comenge y Rafael Cuerda, enólogo y director general mantienen puro el deseo de elaborar un auténtico vino de finca, alejado de los convencionales procesos industriales. Durante la primera fase del proceso se trabaja de manera separada el mosto y se maceran en frío las pieles y pepitas de las uvas, extrayendo de este modo lo mejor de cada uva.
Las levaduras comerciales para fermentar los vinos en esta bodega están prohibidas. Empleamos nuestra propia levadura, que vive en la piel de las uvas que maduran en nuestras viñas, convenientemente aislada y conservada año tras año en un pequeño tubo de ensayo custodiado por el Departamento de Tecnología de los Alimentos de Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid. Esas levaduras necesitan un manejo especial, para lo que ha habido que idear un nuevo proceso de fermentación de vinos tintos, un proceso único y patentado capaz de garantizar el éxito de tan pequeños organismos, potenciando al tiempo las virtudes de nuestras uvas. Este proyecto de investigación, financiado por el CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial) fue realizado junto con la colaboración y dirección del Departamento de Tecnología de los Alimentos de la Escuela de Ingenieros Agrónomos, dirigido por el Doctor D. José Antonio Suárez Lepe y el Doctor D. Antonio Morata Barrado.
Y después llegará el momento de la calma donde los vinos de Bodegas Comenge alcanzarán sus peculiares características, el vino Comenge permanece en barricas de roble francés (85%) y americano (15%) entre 12 y 14 meses. Es un vino limpio, fresco, redondo desde el primer momento y de una gran complejidad aromática. Un vino elaborado para mostrar toda la elegancia de la que es capaz la variedad tempranillo cultivada a orillas del Duero, un vino siempre capaz de hacernos disfrutar.
Don Miguel Comenge en su larga crianza (entre 18 y 22 meses) se conserva únicamente en barricas nuevas de roble francés. El vino se caracteriza por su intenso color y su gran potencia aromática, llena de matices frutales, florales, especiados, aromas de monte bajo, cacao, especias, tabaco… Un placer de vino.
Cuando el tiempo y el roble han realizado su trabajo los vinos son embotellados, encorchados con corcho natural y etiquetados.
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