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A punto de terminar otro año. No ha sido este un año cualquiera y no cabe duda de que todos esperamos con ganas el momento de dar paso al nuevo 2021. El año que viene es, posiblemente, uno de los más esperados, de los más deseados, uno de esos en los que todos tenemos puestas esperanzas mayores a las que pusimos en años anteriores. Por todo esto y por mucho más, solo podemos dar la bienvenida al 2021 con las mismas ganas con las que nos despediremos del 2020. En ambos casos, qué mejor que tener en nuestra mesa una botella de vino, otra de cava o de champán, algo bueno con lo que brindar, con lo que pasar como manda la tradición, el último día de un año que ha traído de todo menos Paz.

Lo sabemos, sabemos que el 31 tomaremos las 12 uvas y lo haremos posiblemente, de forma diferente a la de otros años. Hagamos lo que hagamos, estemos con quien estemos o dónde estemos, que no nos falte el vino. Cenemos y acompañemos nuestra cena con ese vino tinto, blanco o rosado especial y al final, en el postre, brindemos tal y como venimos haciendo un año tras otro. Volvamos a brindar después de las 12 uvas y hagámoslo con un vino, un cava o un champán diferente, mejor que aquel con el que solemos acompañar nuestro menú el resto del año. La ocasión lo merece.

Esta vez, este final de 2020 será celebrado casi con seguridad por todos y cada uno de los países. Cada uno con sus tradiciones y costumbres, pero seguro que en todos, brindarán con algo y, en casi todos, con algún espumoso o con algún otro elaborado a base de uva. Si hay un día en el que no nos pueden faltar ni uvas, ni vino, es este, especialmente, éste. Un día y una noche que estará plagada de deseos importantes.

Como celebramos el año nuevo

En España tomaremos las 12 uvas y, con cada una de ellas, pediremos. En Italia, comerán lentejas, símbolo de riqueza y de bienestar. En nuestro vecino Portugal, posiblemente cenen bacalao y tomen 12 uvas pasas; la cercanía manda, así que la tradición tiene que ser algo similar a la nuestra.

Grecia prefiere terminar el año de forma algo más dulce y lo hace con un pastel de parecidas características a nuestro roscón de Reyes. Alemania, por el contrario, opta por el mazapán y las berlinas de mermelada o Krapfen, bollos redondos fritos y rellenos de dulce.

Francia se sofistica en estos días. Las ostras, el foie gras y los crêpes ocupan buena parte de las mesas galas. El postre tradicional francés, el Bûche de Noël, casi de obligado consumo, es perfecto para ir preparando el brindis más importante del año al final de la cena.

El menú de Nochevieja es especial en prácticamente en el mundo entero, y las costumbres que lo acompañan para conseguir que se cumplan los deseos pedidos durante ese día, también. La buena suerte, inevitablemente unida a tan señalado día es demandada de casi tantas formas como países pueblan el planeta. Desde brindar con algún objeto de oro sumergido en nuestra copa de champán hasta, como hacen en Escocia, colocar algo de muérdago debajo de la almohada para atraer la ansiada buena suerte.

Los daneses rompen platos y se suben a una silla; los rusos ponen sus deseos por escrito, los queman y echan las cenizas a la copa con la que van a brindar. Filipinas, da prioridad a la ropa con bolsillos en los que guardar monedas, símbolo de abundancia y, en Turquía, la granada se convierte en la reina de las frutas ese día, para ser arrojada por la ventana y que se abra al impactar con el suelo.

Japón parece abogar por el perdón y para ello tañen las campanas sanadoras del espíritu y limpian con ahínco las casas para expulsar la mala suerte. Como no podía ser de otra manera, acompañan estas costumbres con alimentos que, como los fideos, son símbolo de una vida larga.

Fuegos artificiales en los Estados Unidos y la archiconocida celebración de fin de año en Nueva York con la bajada de la bola luminosa de Times Square, son otros de los acontecimientos que nos esperan de nuevo en pocas horas.

Sea como sea, hagamos lo que hagamos, siempre el último día del año concede un lugar de lujo y un protagonismo irreemplazable al vino y a todo lo que tiene que ver con él; presta principal atención a la uva en cualquiera de sus formas y de sus presentaciones: elaborada, procesada, en frío o en caliente; como relleno, formando parte de una salsa, de postre, en vino, en champán, en cava, da igual. Ahí está y, no solo para alegrar un menú o un postre, sino como símbolo de algo que, especialmente este año, se hace imperiosamente necesario, obligatorio: pedir y desear.

¡Que este año que está a punto de empezar sea, por lo menos, tan bueno como el vino que nos acompañe! ¡Feliz Año!