La palabra ‘rancio’ no suena muy bien y mucho menos para referirse a alimentos o bebidas. Sin embargo, los vinos rancios están de moda, son apreciados por sumilleres de renombre y han encontrado su sitio para jugar con platos complicados o para crear armonías de contraste sorprendentes.

Los vinos rancios deben su nombre a que se someten a una oxidación extrema, bien en barricas de diferente índole o en otros recipientes, como botellas de cristal o damajuanas.

Además, son vinos que suelen tener alta graduación alcohólica, ya que debido a ello son capaces de soportar los cambios bruscos de temperatura y un largo afinamiento.

Los vinos rancios más famosos son los de Jerez, pero hay otros sitios en España donde también se elaboran desde tiempo inmemoriales.

Tradicionalmente se han empleado para cocinar, como condimento de caldos o guisos. ¿Alguna vez has echado un chorrito de rancio a la sopa de cocido? ¡Deberías hacerlo! Nunca más podrás tomarla de otra forma.

Vinos rancios en España

Jerez: Oloroso

Son los vinos rancios por antonomasia, los más conocidos. La base de los oloroso es un mosto de palomino (como se le llama al vino base en Jerez) con alta estructura y concentración, desde el inicio se le destina a crianza oxidativa.

Para que no genere velo de flor, se encabeza a 17%Vol. El tiempo mínimo de crianza es de dos años, en el sistema de criaderas y soleras. Durante éste periodo gran parte del agua se evapora, por eso los vinos olorosos pueden alcanzar hasta los 22%Vol.

Alicante: Fondillón

Se trata de un de los vinos rancios que más auge está cogiendo en los últimos años, sobre todo entre los profesionales del sector.

Se hace con la uva monastrell, de vendimia tardía, para lograr una mayor graduación alcohólica y cantidad de azúcar. Esto asegurará que el vino aguanta una larga crianza en barricas de roble, en las que debe permanecer diez años como mínimo.

Otras de las singularidades de su elaboración es que las barricas deben contener la ‘madre del vino’, que es lo que al Jerez el vino de la solera.

Rueda: Dorado

En éste post ya explicamos que en la zona de Rueda siempre se han elaborado vinos de crianza biológica y oxidativa. 

El ‘vino rancio de Serrada’, como popularmente se conoce, no faltaba en las alacenas de las familias castellanas para cocinar.

Hoy su elaboración se ha afinado, pero las bodegas mantienen la esencia de la historia. Antes la uva predominante de los vinos era la palomino o palomino más verdejo, según fuese la mezcla de uvas en el viñedo. En la actualidad se emplea sobre todo verdejo.

El proceso de oxidación de los vinos se lleva a cabo con dos técnicas, que se pueden mezclar o no. Una de ellas es la exposición del vino al sol en vasijas de vidrio características llamadas ‘damajuanas’, en la que el líquido está a la intemperie expuesto a los bruscos cambios de temperatura del clima castellano.

Otra opción es la crianza en barricas bajo el sistema de criaderas y soleras. Algunas bodegas utilizan las dos técnicas para la elaboración de los vinos rancios, conocidos como ‘dorados’ debido al color que adquieren.