Rara es la vez en la que un brindis no sucede a una botella de vino recién abierta y a unas copas de vino recién escanciadas, … y raro es también pararse a pensar en el porqué de este gesto. Podemos dedicarle unos segundos a pensar en el motivo que nos lleva a levantar la copa, podemos tener razones de sobra para brindar, puede incluso, que no exista pretexto alguno y que simplemente vivamos la mayoría de nuestros brindis como un acto mecánico al que seguirá el placer que proporcionan un buen vino y una buena comida.
Sin embargo, como todo en la vida, tanto el brindis en sí, como el nombre que un día se le asignara a tan habitual costumbre, encuentran su origen en un momento de la Historia que justifican su razón de ser.
En España, le debemos al alemán el hecho de llamarle brindis al acto de levantar la copa y de chocarla con la de otros comensales. La expresión alemana Ich bringe dir’s, que significa te lo ofrezco, fue introducida en nuestro país por Carlos V en 1527 con motivo de su victoria sobre Roma, una victoria que celebraron alzando las copas mientras pronunciaban las palabras mencionadas y efectuaban una reverencia.
Aunque el origen del brindis parece estar en la celebración y en el festejo, hay también otras teorías que podrían explicar su existencia. Una de ellas se remonta a la antigua Grecia. Durante esta época de traiciones y desconfianzas, reinaba el miedo a ser envenenado. Por esta razón, que se chocaran las copas con la intención de mezclar los líquidos de los invitados, era la forma de saber que aquel con el que se brindaba no había envenenado el vino.
Algo menos ‘temerosa’ es la teoría que explica que el ruido que producen las copas al brindar, servía para llamar a los camareros que atendían grandes fiestas y celebraciones con el fin de que les rellenaran las copas.
Sea cual sea el verdadero origen del brindis, o si no, el más antiguo, hay algo que sí puede explicar que su origen se encuentre fundamentalmente, en el festejo. No podríamos estar hablando de brindis sin hacerlo del hecho de beber, y de beber en compañía. Hablar de compañía, pasa por hacerlo de su concepto más entrañable porque, más allá del momento de la Historia al que nos refiramos, la realidad es que beber en compañía, suele ser buena muestra de amistad y, cualquier amistad que se precie requiere de un compromiso que la selle y, tal vez, precisamente por eso, el brindis y cómo no, el brindis con vino, es el sello que da fe de un compromiso de cualquier índole.
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