Servir vino es todo un arte. La cultura que existe en torno a este producto se rige por un  protocolo, una serie de “normas” o  códigos imprescindibles para su buen servicio. De no aplicar este protocolo algunos dicen que podemos llegar a arruinar sus exquisitas propiedades, así como exponernos a dar una mala imagen de cara a un cliente o un invitado.

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¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de servir un vino? Apúntate estas sencillas normas para convertirte en un auténtico experto:

1. Comprueba el vino que te van a servir. Si vas a ser servido en un restaurante, echa un vistazo a la etiqueta de la botella para cerciorarte de que es el vino que has pedido.

2. Ten en cuenta la temperatura del vino. No todos los vinos se sirven a la misma temperatura; unos conviene que estén fríos (blancos, dulces y espumosos), los tintos jóvenes ligeros entre 13 y 15 grados y sin embargo los tintos criados en barrica necesitan que se sirvan a temperatura moderada, entre los 15 y 18 grados. La temperatura de servicio es probablemente uno de los aspectos más importantes para disfrutar plenamente de las características de cada tipo de vino. No tener en cuenta este aspecto puede arruinar por completo el sabor del vino.

3. Retira la cápsula. Nunca debes empezar con el sacacorchos sin haber quitado la cápsula en primer lugar. Para ello, rómpela en un lateral con un corta-cápsulas o bien con una cuchilla que suele venir dentro de los sacacorchos.

4. Quita el corcho. Una vez retirada la cápsula, limpia el cuello de la botella con un paño o papel absorbente. Luego introduce el sacacorchos justo por el centro del corcho hasta el fondo. Debe salir sin mucho esfuerzo y sin romperse, evitando así que caigan trozos dentro de la botella y sin estruendo. Es recomendable tomar el corcho y olerlo tras su retirada para comprobar si el vino está defectuoso. Si huele a humedad o tiene mal aspecto, el vino puede estar alterado.

5. Déjalo reposar si es necesario. Hay vinos que necesitan reposar antes de ser servidos. En ese caso, deja la botella en posición vertical antes de servirla.  Por otro lado, la mayoría de vinos pueden ser servidos nada más ser abiertos, sin embargo, hay otros que necesitan oxigenarse antes de ser consumidos, como suele suceder con los vinos sometidos a largos periodos de crianza, ya sea en barricas o en la propia botella. Para ello, déjalos reposar en la copa primero o en un decantador.

6. Elige bien las copas. Antes de todo, verifica que las copas estén limpias y sin olores. Hay diferentes diseños de copas especializados para cada tipo de vino. De hecho, en Europa muchas zonas vitícolas tienen su propio diseño de copa (Burdeos, Borgoña, Champange, Ribera del Duero, Rioja, Oporto, Chianti…). Es necesario que sepas en qué copa se sirve cada vino, ya que su forma influye a la hora de apreciar el sabor. Y por encima de todo, escoge copas cuyo borde esté curvado hacia el interior con el fin recoger los aromas del vino y conducirlos hacia la nariz.

7. Si cambias de vino, cambia de copa. No reutilices la misma copa para servir un vino diferente al anterior. De lo contrario, el sabor del segundo perderá su esencia.

8. ¿Hasta dónde llenar la copa? La cantidad a servir en una copa depende del tipo de vino que se vaya a probar. Nunca se debe llenar más de 2/3 de la capacidad de la copa. El vino necesita espacio para poder “abrirse”. Por ejemplo, para los vinos tintos podemos llenarla hasta la mitad. Con los blancos no se debe superar 1/3 para evitar que se calienten en la copa. Es mejor rellenar la copa con frecuencia que tomar el vino caliente. En el caso de espumosos (cavas, champagnes, etc.), pueden servirse ¾ de su capacidad, nunca llegando hasta el borde.

Como buen amante del vino, no debes perder de vista estas sencillas recomendaciones. Se trata de un código básico dentro de la cultura del vino que, de no cumplirse, puede hacer perder la reputación del anfitrión, del restaurante o local en el que sea servido. ¡No las pierdas de vista!