A lo largo de este blog, hemos hablando sobre diversos factores que influyen en el desarrollo del ciclo vegetativo de la vid, así como diferentes características que influyen en la calidad de un vino, tales como los suelos en lo que están plantadas las viñas, el tipo de poda, las particularidades climatológicas de cada añada, etc…

Ahora que la Denominación de Origen Ribera del Duero se encuentra en fechas próximas a la vendimia, los viticultores miran más al cielo que nunca. Los presidentes de los Consejos Reguladores vínicos de Castilla y León son optimistas con la cosecha 2016 y, en líneas generales, prevén un año de calidad y algo superior en cuanto a la cantidad de uva recogida.

Pero lo cierto es que las semanas previas a la recolección de la uva son cruciales en cuanto a las inclemencias meteorológicas, por lo que, en cierta medida, aún es pronto para vaticinar cómo será la añada 2016.

A día de hoy, se está sucediendo un problema importante: las altas temperaturas. El fin de agosto y septiembre están siendo atípicos, no sólo porque los termómetros están alcanzando casi los 40ºC , sino también porque no se registra una gran bajada de las temperaturas nocturnas.

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En la zona vinícola donde se asientan los viñedos de Bodegas Comenge, la Denominación de Origen Ribera del Duero, es fundamental la oscilación térmica entre el día y la noche. De hecho, es una singularidad del clima de nuestra zona. ¿Por qué es tan importante la amplitud térmica para la obtención de uvas de calidad?

La acusada diferencia de grados entre el día y la noche favorece que las uvas presenten un adecuado nivel de acidez y además ayuda a mantener los componentes aromáticos de la variedad. Sin embargo, no sólo la diferencia es suficiente, sino también los grados.

Es decir, no es lo mismo pasar de 20 grados por la noche a 40 por el día, que pasar de 13 grados nocturnos a 33 diurnos. El segundo caso es mejor para la obtención de uvas de gran calidad para vinificar. En el interior de la península, donde se asienta nuestro viñedo, se registra un clima extremo, caracterizado por inviernos largos y fríos, veranos cortos y calurosos y una gran amplitud térmica. ¡Perfecto para elaborar vinazos!

Además, hay que añadir otra ventaja, la altitud. Los viñedos de Bodegas Comenge, situados entre Pesquera y Curiel de Duero, se encuentran entre 780 y 880 metros por encima del nivel del mar. La altitud es otro de los factores determinantes para la amplitud térmica, en zonas más bajas no existe una diferencia de grados tan patente, como tampoco ocurre al lado del mar, donde la humedad regula la temperatura.

Aunque las previsiones climáticas advierten de una próxima bajada del mercurio y la llegada de lluvias, lo cierto es que en algunas zonas vinícolas en este mes de septiembre las uvas se están pasificando debido al calor. Sin embargo, la formación de las cepas en Bodegas Comenge nos permite mimar nuestros racimos al máximo.