En 2016 por fin hemos tenido invierno, después de un 2015 en el que costó que las temperaturas bajaran de cero en la Denominación de Origen Ribera del Duero. Dicen que “año de nieves, año de bienes” pero, ¿cómo afecta el frío al viñedo?
Las bajas temperaturas, las heladas y la nieve caída durante la estación invernal son muy importantes para el suelo y para el posterior desarrollo del ciclo vegetativo de la vid.
Durante los meses de diciembre, enero y febrero la vid se encuentra en periodo de reposo vegetativo, las cepas permanecen ‘dormidas’. La savia deja de fluir y reposa, la cepa se repone de un periodo de mucho estrés como es la vendimia. Es en ese preciso momento, cuando la cepa está en su hibernación más profunda, es cuando los viticultores realizan la poda de invierno.
La nieve
Las precipitaciones en forma de nieve caídas durante el invierno favorecen la asimilación de agua por parte del suelo. Además, una asimilación lenta que ayudará a que el suelo adquiera reservas hídricas para el posterior buen desarrollo del ciclo vegetativo.
Además la nieve ayuda a desinfectar la madera de la cepa, es decir, las bacterias y hongos mueren con el frío. Actúa como una especie de ‘insecticida, al igual que las heladas.
Las heladas en invierno
Ya hemos hablado en otras ocasiones en este blog del problema de las heladas en primavera, sin embargo, en invierno las heladas no representan un problema a menos que la temperatura baje de los quince grados bajo cero (algo menos si las viñas son jóvenes, ya que presentan menor resistencia).
Las heladas son beneficiosas, como ya hemos comentado, para matar los insectos y hongos que puedan habitar la planta. Si bien es cierto, cuando el viñedo está helado es preciso no podar, ya que lo cortes no son totalmente limpios y la madera podría resquebrajarse.
Con respecto al suelo, las heladas también ayudan precisamente a erradicar los hongos y bacterias. Cuando un terrero se prepara para el cultivo y la tierra se remueve es positivo una buena helada porque actúa como antiséptico. El efecto del hielo sobre la estructura es muy beneficioso, ayudando a romper los terrones formados por el paso del tractor y favoreciendo la oxigenación del suelo.
Existen distintos tipos de heladas según su formación atmosférica: Por convección, debido a una masa de aire frío; por irradiación, provocado por el intercambio del calor de la superficie vegetal y terrestre; la escarcha o la llamada ‘helada negra’, más usual en primavera y quema la superficie foliar.
La lluvia
Podría decirse que las precipitaciones y el viñedo tienen una relación de amor-odio. Dependiendo de cuándo caiga el agua, puede ser muy beneficioso para el desarrollo del a vid o un verdadero desastre. Ya se sabe, “nunca llueve a gusto de todos”.
Pero el invierno es uno de esos momentos del año a los que el agua le queda estupendamente por la misma razón que la nieve, favorece el aprovechamiento de los recursos hídricos por parte del suelo. Si contamos con un suelo bien conservado -una tierra bien drenada- las reservas hídricas acumuladas durante el invierno ayudarán al fortalecimiento de la planta, que “cogerá fuerzas” para el nuevo ciclo vegetativo. Contar con una reserva de agua suficiente garantiza una brotación y un crecimiento homogéneo del viñedo, uno de los aspectos que influirán en la calidad de la uva.
Como veis, el frío en su momento oportuno es un buen aliado en el viñedo; no así para los abnegados trabajadores del campo que realizan la poda durante los meses más gélidos del año.
Información Bitacoras.com
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