No por tratarse de una bebida exquisita, no por poder llegar a ser un tesoro, ha de beberse siempre el vino en la mesa rodeado o no, de elegancias y protocolos varios. Una de sus mejores cualidades es que es un producto digno de disfrutarse igual o más, en pleno campo, al sol y sentados en una roca. Para ello solo hace falta transportarlo bien y para transportarlo bien, nada como recurrir a nuestra bota de vino de toda la vida.
El origen de la invención de este objeto, dicen que se pierde en el tiempo; nadie se atreve a afirmar con rotundidad quién fue su creador. Hablan de su existencia en la antigua Grecia y es habitual encontrarlo en la literatura española del siglo de Oro. Venga de donde venga, es un objeto flexible y fuerte, respetuoso y útil que ha conseguido permanecer y sobrevivir a modas y tendencias y no ha dejado que otro ocupe su lugar cuando del campo se trata. La bota de vino es sin duda, la feliz representación de un producto tan ajeno a la sofisticación como básico e indispensable entre quienes conocen bien el sector.
Sin embargo, puede que haya quien no conozca todavía cómo se utiliza este objeto elaborado artesanalmente con piel de cabra impermeable e indeformable, o quien desconozca algunos de los pasos básicos antes de estrenar una de ellas.
Como cuidar tu bota de vino
Pocos son los que en las grandes y no tan grandes ciudades, pero alejados del campo y del entorno rural, hagan uso de tan antiguo recipiente, pero a todos les diremos que lo primero que deberán hacer cuando lo tengan en sus manos, será lavar su interior.
Para ello, con agua basta. Como si de cualquier otro recipiente se tratara, llenaremos la bota de agua y la vaciaremos después.
Posteriormente, y para rellenarla de vino, podremos ayudarnos de un embudo. Se recomienda, eso sí, evitar que entre aire en su interior para que el vino se conserve en perfectas condiciones.
La bota de vino puede emplearse también para llevar otro tipo de bebidas. Lo único indispensable es cuidarla y, en el caso de querer utilizarla para llevar bebidas gaseosas o dulces, se recomienda consumirlas antes de que pasen dos o tres días.
Hecho esto, deberemos volver a limpiarla con agua y volverla a llenar con vino.
Tampoco deberemos llenar la bota demasiado, la piel deberá permanecer flexible para que el líquido de su interior pueda expandirse y moverse sin presión. La bota de vino es una de esas cosas que un amante del vino y de la naturaleza debería tener. Siempre hay un momento para todo, y el campo es de esos lugares que también lo pide y en el que de la mano de una buena bota de vino, su sabor es todavía más auténtico.
Como fabricantes de botas de vino Los Tres D.D.D. nos ha gustado mucho su narración.
¡Un cordial saludo!
Nos alegra saber que a grandes profesionales os haya gustado este post. Saludos y muchas gracias por leernos.