No sólo del Tempranillo vive el hombre en la Ribera del Duero. Aunque la Tinta Fina es la variedad reina, el Consejo Regulador admite otras variedades tintas para la elaboración de los vinos: Cabernet Sauvignon, Merlot, Malbec, Garnacha Tinta y Albillo, pero estas dos últimas sólo pueden ser empleadas en un 5%.
La Cabernet Sauvignon tiene su origen en Burdeos (Francia), en concreto en la zona del Medoc. Su aparición data del S. XVII fruto –cómo tantos otros ‘descubrimientos’- de una casualidad, el cruce de dos variedades mundialmente conocidas: La Cabernet Franc y la Sauvignon Blanc, una tinta y una blanca.
Debido a su capacidad de gran adaptación a todo tipo de climas y suelos, la Cabernet Sauvignon es la uva más extendida en el mundo; desde su nativa Francia, pasando por Europa, Estados Unidos y las zonas vinícolas conocidas como ‘el nuevo mundo’ (Sudamérica, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica…)
La Cabernet Sauvignon es una cepa robusta, de fácil cultivo, por eso su uso se generalizó a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, después de que la filoxera arrasara gran parte de los viñedos europeos.
Bodegas Comenge cuenta con dos hectáreas de Cabernet Sauvignon, que tienen su origen en el Pago de la Nava plantada en el año 2000.
La parcela se ubica en Pesquera de Duero, cercana al río, actuando éste como termorregulador. El suelo es muy peculiar: arcillo-calcáreo con algo de arena en los primeros 80 cm y con gran cantidad de canto rodado en los horizontes más profundos. En este tipo de suelo retiene poco agua y nos asegura por lo general buenas maduraciones, dando vinos muy expresivos y jugosos.
Una de las características de la Cabernet Sauvignon es su maduración tardía, por lo que en la Ribera del Duero puede ocurrir que en ocasiones no alcance su índice ideal de madurez. Sin embargo, es una cepa que soporta muy bien las heladas, comunes en esta zona vinícola, y es idónea para la crianza debido a su potencia, estructura y alta acidez.
Los racimos se caracterizan por su compactación y pequeño tamaño, las bayas también son pequeñas, con una piel gruesa, crujientes y alta materia colorante.
En boca, la Cabernet Sauvignon tiene un tanino muy presente, es algo áspera si no se mima su elaboración. Respecto a los aromas, es relativamente fácil identificarla si nos encontramos con un vino monovarietal, pues destacarán los aromas florales, como a violetas, si está bien madura o un intenso aroma a pimiento verde en caso de no estarlo. Los toques especiados también son una singularidad de la Cabernet.
Pero, ¿por qué apostar por el ‘matrimonio’ Tempranillo y Cabernet Sauvignon? En este punto es necesario aclarar que esta variedad tan sólo representa una parte muy pequeña en los vinos de Bodegas Comenge. Ahora bien, en aquellas añadas en la que el Cabernet logra alcanzar una excelente maduración, interviene hasta en un 10% en el ensamblaje de Don Miguel Comenge, siendo el Tempranillo exclusivamente procedente del excepcional del Pago de las Hontanillas.
Sin embargo, el sutil ensamblaje con Cabernet le aporta al vino estructura, ligeros toques florales, algo más de acidez -por lo tanto, más capacidad de envejecimiento- y una mayor estabilidad de color al vino de la Ribera del Duero.
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