Que el vino es una de las primeras bebidas de la antigüedad, podemos imaginárnoslo. Que su origen está asociado a rituales y mitos, también. Pero, ¿cómo llegó el vino a ser una industria de esta relevancia? ¿Dónde están sus orígenes comerciales? ¿Quién compraba vino y quién lo producía? ¿Dónde nació la primera bodega? Y, ¿el primer viñedo?

Las respuestas a todas estas preguntas son largas, cada una daría lugar a una historia interesantísima para la que no contamos con espacio suficiente. Hoy, con estas palabras, tenemos intención de despertar intereses y curiosidades, de contribuir en la medida de nuestras posibilidades a hacer de la cultura y de la industria del vino algo aun más interesante que permita disfrutar todavía más, si cabe, de cada copa de vino que habita nuestra mesa.

Se habla de que el primer vino podría proceder incluso, de la Edad de Piedra y de que, como con otros tantos grandes inventos, fue el azar quien lo puso al alcance del ser humano gracias a la fermentación accidental de algunos racimos.

En cuanto al primer viñedo, parece probable que se encontrara en territorios turcos y armenios y la primera bodega podría remontarse al año 4100 antes de Cristo y haberse encontrado en algún lugar cercano a la frontera entre Armenia y Azerbaiyán. Estas culturas que a priori pueden resultarnos menos familiares tuvieron un papel destacado en la cultura del vino. Los egipcios, cuya civilización nos es, posiblemente, más conocida, fueron también grandes responsables de su producción y su consumo. Ellos dejaron interesantes referencias sobre los años de cultivo, el origen de la uva y el responsable de su producción. Esta civilización elaboraba y clasificaba el vino que después depositaban en las tumbas para agasajar a sus muertos con el fin de que no pasaran sed en su siguiente vida.

Comprar vino

Los griegos, que no escatimaban en elogios hacia el vino, adquirieron y heredaron muchos de los conocimientos que los egipcios habían dejado. Fueron ellos los que, para vender el vino, lo mezclaban con agua con el fin de evitar que tuviera demasiados grados. En aquella época ya se compra y se vende vino, un vino al que, como hemos dicho, se le rebajaba su graduación en ocasiones con agua de mar. Había vino para todos los gustos y todas las clases sociales. Comprar vino era posible y lo era atendiendo a su precio, origen e ingredientes, entre otros.

Los fenicios fueron quienes se encargaron de introducir el vino en España en el siglo VII antes de Cristo; su cultura y afán comercial les ayudó a crear un mercado en el que comprar vino e introducirlo entre la población junto a otros bienes de consumo considerados de lujo.

Con los romanos el vino, antes de convertirse en producto de consumo de las clases más adineradas, fue consumido por sacerdotes y por enfermos. Comenzaron a dejarse testimonios sobre las viñas y las prácticas de su cultivo y con el tiempo, comprar vino fue algo habitual en un imperio que asistía a la mejora de las redes comerciales y al desarrollo de diferentes puntos de venta. Entre las razones que contribuyeron al desarrollo del mercado del vino, se encontraba el necesario abastecimiento de las tropas. Es curioso destacar también que, como los griegos, los romanos, mezclaban el vino con agua y que crearon diferentes prácticas destinadas a resaltar el sabor del vino. En ellas empleaban ingredientes y tratamientos que hicieron de cada tipo de vino un ejemplar particular.

Aunque el vino, su producción y tratamiento, el cultivo de sus viñas y su comercialización continuaron a lo largo de civilizaciones venideras, siempre se mantuvo como producto de consumo indispensable. Comprar vino y venderlo con fines lucrativos, sanadores, religiosos ha terminado por convertirse en un legado que aun hoy, a pesar de las diferencias que lo distinguen de lo que entendemos por él en estos días, se mantiene y ha desembocado en una industria de relevancia para muchas economías actuales.