En España no es de extrañar que las temperaturas alcancen los 40º en los meses de junio, julio y agosto. Nuestras olas de calor pueden llegar a ser demoledoras, incluso para el español más acostumbrado. Es en momentos como estos, cuando el calor no se puede soportar más, las gotas de sudor resbalan por nuestra frente, nuestra ropa está empapada y la pereza nos arrastra, que una bebida refrescante es lo que más apetece.

Estás de vacaciones, vas a un restaurante y es hora de elegir el vino con el que maridar tu plato. Tienes tiempo libre y decides organizar una reunión familiar o de amigos. Aquí te comentamos algunos datos esenciales que debes conocer para mantener el vino en su estado óptimo en verano.

Consejos para conservar el vino en verano

1. Mantener el vino a su temperatura ideal

Uno de los errores más graves que puedes cometer es dejar el vino a temperatura ambiente (en especial si dicha temperatura es de 35º). Cada tipo de vino tiene una temperatura ideal y lo primero que debes hacer es informarte bien sobre la temperatura a la que se debe mantener tu vino. Aquí te mostramos una idea aproximada según el vino que escojas:

-Vino espumoso: entre 6 y 8º de temperatura.
-Vino blanco: entre 7 y 9º de temperatura.
-Vino rosado: entre 10 y 12º de temperatura.
-Vino tinto joven: entre 14 y 17º de temperatura.
-Vino tinto reserva: 17º.

Recuerda: cuanto más caliente se encuentra el vino, mayor es la sensación de alcohol. Cuanto más frío, más se perciben los sabores.

2. Escoger vinos ácidos

La acidez del vino ayuda a contrarrestar el calor natural que proporciona el alcohol. Aporta frescura a la bebida y es un gran remedio para esos días sofocantes de verano. El rey de la acidez es el vino blanco. Un poco más abajo te comentamos qué vinos son los más recomendados para el verano y su maridaje ideal.

3. Elegir vinos con poca graduación alcohólica

Uno de los efectos del alcohol es que deshidrata. En verano, si no se bebe la suficiente agua, la deshidratación puede convertirse en un problema grave. Es por tanto que recomendamos elegir un vino con graduación bajita. Por otro lado, también es importante que, en caso de encontrarte en un restaurante, pidas otra copa para el agua. ¡No te olvides de beber agua en abundancia durante el verano!

Recuerda, el vino posee grandes beneficios, pero, como todo, es importante consumirlo de forma moderada.

4. No exponer el vino al sol

Como mencionábamos en el punto uno, una de las acciones más esenciales para conservar el vino es mantenerlo a su temperatura ideal. En verano, lo que se suele hacer, si se trata de un vino blanco por ejemplo, es meter la botella en el frigorífico. Y a la hora de sacar la botella a la mesa (lo habrás comprobado muchas veces en los restaurantes), meterlo en un recipiente con hielos (algo muy típico de los vinos espumosos que deben conservarse a temperaturas tan bajas).

Pero incluso aunque se encuentren bajo la protección de un recipiente, es importante que la botella no entre en contacto directo con el sol. ¿Por qué? Los rayos solares aceleran las reacciones químicas del vino. Se estropea el sabor y el vino deja de estar en su estado óptimo. Hay que tener especial cuidado con los vinos espumosos. Esta clase de vinos son de rápido consumo. En nada ya se han ido todas las burbujas. ¡Y un champán o un cava caliente y sin gas no es nada agradable!

5. No meter hielo en la copa

Otro de los errores más comunes. Una cosa es conservar la botella en un recipiente refrigerado, otra muy distinta estropear el vino al mezclarlo con hielos. Al fin y al cabo, el hielo es agua y el hielo se derrite. Al introducir hielo en la copa lo que estás haciendo es aguar el vino y destrozar su sabor. ¿Que el vino está demasiado caliente? La solución no es otra que la conservación de la botella a su temperatura ideal.

6. Deja la copa medio llena

Esto es algo que deberías hacer en cualquier época del año, pero es especialmente importante en verano. Dejar espacio libre en la copa permite que el vino respire y se aprecien más sus sabores y aromas. En verano es una manera de que el vino no se caliente y el líquido se evapore. Mejor tener menos cantidad y volver a servirse de la botella refrigerada a exponer el vino al sol durante media hora en una copa.

7. Sujeta el vino por el tallo, no por la copa

Esta es otra acción que deberías tener siempre en mente. ¿Por qué? Si sostienes el vino por la copa, transfieres tu temperatura corporal al vino. En otras palabras, con la mano calientas el vaso. Y, como ya sabemos, ¡no hay nada peor que un vino caliente! Ya que te has molestado en mantener la botella a la temperatura adecuada, ¡no lo estropees a la hora de beberlo!

8. Una vez esté abierta la botella, no la dejes tumbada

El calor acelera la actividad de los microorganismos que hay en el vino. La presencia de estas bacterias y hongos se debe principalmente al corcho de la botella que se coloca tras su abertura. Si dejásemos la botella tumbada, el vino se encontraría en constante contacto con el corcho, lo que incrementaría esta actividad bacteriana.

Por otro lado, además de dejar la botella de pie tras abrirla, recomendamos el uso de un tapón especial que extraiga todo el oxígeno. Al no haber oxígeno en el interior de la botella, logramos evitar la oxidación del vino.

9. Los mejores vinos del verano

Nosotros recomendamos los vinos blancos, los rosados (con la frescura del blanco y la textura del tinto), los espumosos y, si eres más de tintos, un vino tinto joven. El vino blanco es perfecto para ensaladas, pescados y aperitivos frescos. Al igual que el rosado, que también va muy bien con los postres. Y si lo que quieres es acompañar una carne roja, entonces el tinto joven es tu opción a escoger (mejor no de reserva en los meses de calor).

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