¿Buscas una escapada rural en un entorno natural? ¿Eres fan de la buena gastronomía y del buen vino? Entonces Curiel del Duero es tu destino ideal. Aunque no es tan conocido como su vecino Peñafiel (al fin y al cabo a este pueblo le atraviesa la carretera nacional), es una una joya escondida en plena vista ¿Y qué mejor momento para descubrirla que durante esta primavera? ¡Nada como el puente de mayo o una escapada de fin de semana para disfrutar de este tesoro español! Este pequeño municipio rural cuenta con una población de menos de 200 habitantes, lo que lo convierte en un lugar tranquilo y acogedor, ideal para el turismo rural y enológico. ¡Y es que Curiel del Duero destaca por su producción de vino con la denominación de origen Ribera del Duero!

Enoturismo

La Ribera del Duero es una de las zonas vitivinícolas más importantes de España y Curiel del Duero es una buena base para recorrer algunas de las bodegas cercanas y conocer de primera mano los procesos de elaboración de los vinos. Nosotros te recomendamos las bodegas Comenge, donde podrás descubrir las diferentes dependencias de la bodega, el peculiar proceso de elaboración de sus vinos, el sabor y textura de algunas de las mejores botellas y muchos más secretos y curiosidades. Dada la limitación de aforo, es imprescindible concertar la visita con antelación. Aquí te dejamos algunos datos de contacto: Tel. 983 880 363 – 639 162 270/ visitas@comenge.com. La bodega ofrece diferentes servicios, desde una visita completa hasta comidas y catas de degustación. Pincha aquí para descubrir más.

¿Por qué visitar Curiel del Duero?

Situado en la comarca de la Ribera del Duero, Curiel del Duero está rodeado de un paisaje natural único, ideal para disfrutar de la tranquilidad y el contacto con la naturaleza. A tan solo 30 km de la ciudad de Valladolid, puede ser la perfecta parada para pasar el día si vives cerca o estás visitando la zona. Curiel del Duero también sobresale por su gastronomía y patrimonio histórico.
La economía de Curiel del Duero se basa principalmente en la agricultura, con cultivos de cereales y legumbres. Su gastronomía es variada y de calidad, con platos pertenecientes a la tradicional cocina castellana. Es decir, platos como guisos y asados (¡destacamos el lechazo!). Otras partes del cerdo como algunos deliciosos embutidos (morcilla, chorizo, torreznos, jamón, etc.) Y postres como natillas, rosquillas, yemas y arroz con leche.
A su vez, como ya mencionábamos, el pueblo disfruta de un interesante patrimonio histórico-artístico, destacando la iglesia de San Juan Bautista, la iglesia de Santa María y sus dos castillos. Por un lado está la Iglesia románica de San Martín. Construída en el XII, hoy en día es una bodega de propiedad particular. Por otro lado está la iglesia de Santa María del siglo XII (con posteriores ampliaciones). Las tres naves de la iglesia están cubiertas de una colorida techumbre mudéjar llena de detalles. En cuanto a los castillos, por un lado se encuentra el Castillo-Fortaleza de Doña Berenguela, el castillo más antiguo de la provincia. Está situado en lo alto de un cerro rocoso, el punto más alto de la provincia de Valladolid. Sus vistas son sobrecogedoras, con una bella panorámica del Valle del Duero, así como de la localidad de Peñafiel y su castillo. Por otro lado está el Palacio Ducal de los Duques de Frías. En la actualidad solo se conserva la muralla y la torre del homenaje pero en su día actuó como Palacio de Justicia Mayor y era donde se aplicaban las leyes de la tierra de Curiel, hasta 1812 con el fin del Antiguo Régimen.

Historia

La historia de Curiel del Duero se remonta a la época romana, cuando se estableció en la zona un asentamiento militar. Durante la Edad Media, fue una importante plaza fuerte en la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes. Fue conquistada por el rey Alfonso VI en el siglo XI y posteriormente otorgada como señorío a varios nobles. En el siglo XV, Curiel del Duero fue parte de la Casa de Alburquerque y en el siglo XVI fue vendido a la familia Mendoza, condes de Ribadavia. Durante la Guerra de la Independencia, la villa sufrió graves daños.
Por suerte, hoy en día las casas han sido restauradas y mantienen su aspecto tradicional. Con pavimentos empedrados, las calles y plazas del pueblo aún conservan la armonía en su arquitectura y no es difícil viajar al pasado y perderse en la historia del lugar. ¿Y qué mejor forma de hacer un poco de turismo que con una buena comida y un vino tempranillo de acompañamiento?