Que el vino es uno de los mejores placeres que pueden acompañarnos en la mesa, es una evidencia; que es un producto natural que está con nosotros desde tiempos remotos, también. Sin embargo, y a pesar de responder a las características de una bebida que contiene alcohol, nunca nos ha inquietado que consumirlo de forma moderada, pueda afectar a nuestra salud. Todo lo contrario.
Es curioso cómo de vez en cuando surgen preguntas que cuestionan lo que desde siempre ha venido siendo una realidad prácticamente incuestionable. Entre todos estos casos, llama la atención cómo un simple cambio de entonación en nuestra expresión oral puede transformar una de esas ‘verdades incuestionables’ en una pregunta sobre la que, por qué no, hacer una reflexión. Así, algunos han pasado de: ‘el vino es saludable’ a preguntarse: ¿el vino es saludable?
Es evidente que a una pregunta tan sencilla como esta, se le pueden poner varios peros y, es precisamente por ello, por lo que insistimos en la importancia del consumo moderado del vino, no solamente por cuestiones de salud, sino porque un producto como éste necesita ser consumido de forma racional para poder ser apreciado y valorado.
Dicho esto, habría también que plantearse qué son aspectos saludables, algo que necesitaría de otro espacio y otra reflexión. El consumo de vino no está exento de mitos, leyendas, falsas creencias y dudas generadas como consecuencia del exceso de información al que estamos expuestos actualmente; un exceso de información que dificulta el verdadero conocimiento, la capacidad de discriminar acertadamente todo aquello que nos llega a una velocidad difícil de medir y de controlar.

El vino si puede ser saludable

Para evitar tales confusiones, diremos en primer lugar que el vino sí puede ser saludable. Sus propiedades así lo confirman y prueba de ello es el estudio publicado por la Universidad de Tufts en Boston (EE.UU.) sobre los efectos positivos en el fortalecimiento de los huesos, lo que redunda en la disminución de la pérdida de masa ósea.
La protección de la visión y la prevención de enfermedades cardiovasculares son otras de las cualidades que, por su composición, el vino otorga a quienes lo consumen, pero insistimos, de forma moderada y consciente.  De nuevo y de acuerdo a la Escuela Universitaria de Medicina de Washington en St. Louis (EE.UU.), el compuesto denominado resveratrol, sería el que protegería la visión, mientras que otro de los estudios realizados en EE.UU., concretamente en la universidad de Harvard, es quien ha determinado que los consumidores de vino en forma moderada presentan menor riesgo de sufrir un infarto. El vino posee un bajo contenido en sodio y no afecta tampoco a la presión arterial, siempre y cuando se consuman como mucho, dos copas de vino al día.
Otra de las cualidades que lo hacen saludable es su capacidad para reducir las bacterias de los alimentos y, por lo tanto, ejerce un papel protector del cuerpo humano. En cuanto a la forma de metabolizarlo, es habitual encontrarse con argumentos que afirman que los hombres lo toleran mejor que las mujeres. Se trata de una afirmación incierta, puesto que el metabolismo femenino y el masculino metabolizan el alcohol de la misma forma, si bien lo conveniente es consumirlo atendiendo a una proporción entre cantidad y peso de quien lo consume.
Hay más. La demencia, el envejecimiento y con ellas el estado de la circulación de la sangre o la oxidación de las células, pueden verse beneficiados por el consumo moderado de vino. De nuevo, estudios de universidades de EE.UU. y equipos de investigadores de la universidad de Loyola en el mismo país, han conseguido demostrar el efecto beneficioso que el vino ejerce sobre estos aspectos del cuerpo humano y su desarrollo en la edad adulta y en la edad más madura de la vida. De todo ello, las conclusiones extraídas fueron que el vino puede retrasar el envejecimiento y puede ayudar a prevenir la demencia.

El vino en moderación contra la depresión

Por último, y en lo que se refiere a aquellos aspectos relacionados directamente con el estado de ánimo y las ganas de vivir, se ha demostrado que beber vino puede contribuir a reducir el riesgo de padecer una depresión. Así lo demostraron varios científicos de universidades españolas tras experimentar durante siete años con hombres y mujeres de edades comprendidas entre los 55 y los 80 años. Quienes consumían una copa de vino al día, presentaron una propensión menor a padecer depresión.
Son estas algunas de las pruebas que permiten afirmar y no preguntar la cuestión con la que comenzábamos este artículo. El vino es saludable, pero insistimos, lo es siempre y cuando se haga de él un consumo moderado, consciente y sereno. No cabe duda tampoco de que la ilusión con la que nos acercamos hasta él para descubrir sus novedades, para conocer su cultivo y todo lo que le rodea, proporciona una alegría que no debe de estar lejos de la felicidad y, esto, sin duda, es saludable.