¿Quién no conoce el vino de Oporto? Esa variedad de vino tan consumido en todo el mundo y cuyo dulzor característico obliga a que a veces se beba en pequeñas cantidades como si de un licor se tratara. Es un vino tinto y dulce al que se le relaciona como es lógico con la ciudad portuguesa que le da nombre.

Que esta bebida traiga de cabeza a los ingleses no es casualidad; y es que todo comenzó allá por el año 1678, cuando el gobierno inglés decidió embargar los intercambios comerciales con Francia y los ingleses pisaron tierra portuguesa ante la necesidad de encontrarles sustituto.

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Llegaron así los ingleses al puerto de Oporto y fue allí, al parecer, donde en un monasterio de esta localidad se les ofreció un vino que el abad del monasterio había mezclado con aguardiente con el fin de conseguir un sabor más suave. ¡Y lo consiguió! Tanto es así, que esta variedad de vino llamó desde entonces la atención de los ingleses y, arrancado ya el siglo XVIII, se facilitó la entrada en el país anglosajón de vinos portugueses mediante una tasa baja de impuestos que se tradujo en auge de este delicioso vino.

A mediados del siglo XVIII el marqués de Pombal, por aquel entonces, Primer Ministro portugués, favoreció con su política la creación de la primera denominación de origen de vinos de la historia y con ella, la creación y desarrollo de las bodegas en las que hasta la fecha se viene produciendo el vino de Oporto.

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Con vistas a la ciudad de Oporto y bajo las suaves temperaturas que proporcionan el aire del mar, se almacenan y envejecen unos vinos en unas bodegas que con los años han cambiado de propietarios, pero a los que estos cambios no han impedido seguir con el legado inicial de sus primeros fundadores.

Entre las diferentes variedades de Oportos encontramos el Vintage, Tawny, LBV (siglas de “Later Bottle Vintage”), Crusted, o Ruby, nombres que dejan constancia de la influencia inglesa y con los que se distingue el carácter de cada uno de ellos; un carácter que viene definido por el tipo de envejecimiento, la añada o la uva empleada en su elaboración.  En general, el vino de Oporto es un vino al que se le corta la fermentación mediante la adición de alcohol vínico, conservando de este modo en el vino parte de los azúcares de la uva. Este tipo de vinos se denominan de forma genérica como “generosos”. Su alta graduación alcohólica le confieren un buen potencial de envejecimiento y gran longevidad, pudiendo permanecer en barricas o fudres de madera por mucho más tiempo que la mayoría de los vinos. Según se defina el tiempo y estilo de la crianza se genera un tipo de Oporto diferente, siendo éste uno de los aspectos más atractivos de estos vinos.

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Como muchos otros vinos, el de Oporto, tiene sus propios rituales y momentos ideales para disfrutarlos. Desde la variedad del vino blanco joven en el aperitivo hasta los más dulces que bien pueden acompañar a un postre a base de queso y de frutos secos o el infalible maridaje con chocolate…y si todo ello puede tener lugar en la ciudad que lo produce, aún mejor.