botellas

Los precintos que cierran las botellas de vino, las cápsulas, en la actualidad son una parte importante de su estética, pero se comenzaron a usar para evitar que los sirvientes de la corte del Rey austriaco se bebiesen su contenido.

Hacia 1760 a Viena llegaban los grandes vinos de Burdeos en barricas de madera de 225 litros para ser consumidos en los festejos de la corte. Cuando la totalidad del vino no se bebía, éste era introducido en botellas y se cerraba con corcho.

En muchas ocasiones las botellas no llegaban precisamente intactas al siguiente banquete y es por eso que el Rey mandaba precintarlas con lacre.  Sólo podrían ser abiertas cuando él lo estimara oportuno. Este método se extendió por el resto de las cortes europeas pues, además de evitar que el personal de la corte se bebiese el vino sin permiso, impedía en cierta manera la contaminación del corcho.

Las primeras cápsulas de metal se elaboraban con plomo y fueron inventadas en Hungría a finales del Siglo XVIII. Hoy algunas bodegas (muy pocas) aún las usan, pero en muchos países están prohibidas debido a que el plomo es un material pesado y al peligro de intoxicación en  un caso extremo. Es el caso de Estados Unidos, donde uso está vetado desde 1992.

Precisamente el motivo por el cual los vinos deben abrirse por debajo del gollete de la botella (parte superior y más ancha del cuello) hace referencia al antiguo uso del plomo como material, así se evitaba que precipitaran en el vino ciertas partículas. Hoy los corta-cápsulas, sin embargo, sesgan  por encima del gollete.

Nuevos materiales de fabricación

Desde la prohibición del plomo como material para fabricar cápsulas en ciertos países, comenzaron a surgir nuevos materiales, como por ejemplo el estaño. Las cápsulas de estaño son las más caras del mercado, aunque son las que ofrecen mayores prestaciones en cuanto a seguridad, pero también en cuanto a su estética.

Las de mayor calidad se fabrican de una sola pieza. Son reciclables, no suelen dar problemas en las máquinas de embotellado, etiquetado y además evitan los cortes a quienes las manipulan.

En la actualidad existen numerosas opciones para la fabricación de cápsulas más económicas que el estaño. Por ejemplo lo que llaman ‘material complejo’, que es una mezcla de aluminio y polietileno. Más rígidas, menos aptas para su decoración, pero más de la mitad de baratas.

Algunas de los materiales de menor precio son el PVC (plástico) y el aluminio. En ambos casos se considera que se emplean para el cierre de los vinos más económicos, aunque no siempre es así. Son cápsulas de fácil extracción y maleables; pero limitadas en cuanto a colores y decoración. Las de aluminio tienen el inconveniente de producir cortes.

En los últimos años se ha vuelto a poner de moda el cierre con lacre e incluso de cera, principalmente para producciones cortas de vino en las que la adquisición de pocas cápsulas de mucha calidad conllevaría un coste muy elevado.

También existe una gran cantidad de opciones en los cierres con tapón de rosca, tal y como comentamos hace unos meses en este post https://www.comenge.com/blog/otros/tapon-sintetica-vs-tapon-de-rosca.html