A lo largo de diversos posts, hemos comentado la importancia e influencia que tiene el suelo en el cultivo de la vid. No solo con respeto a su composición mineral, sino que para nosotros es fundamental tener un suelo vivo, rico en organismos, lleno de flora y fauna.
La biodiversidad del ecosistema sobre el que se asientan nuestros viñedos contribuye a la prevención de plagas y facilita la autorregulación de las cepas, minimizando los tratamientos para la prevención de plagas y enfermedades.
En Bodegas Comenge tenemos una rica variedad de suelos y, aunque el terreno arcilloso es predominante, cada parcela tiene algunas características que las hacen diferentes entre ellas, ya sea por su diferente inclinación, orientación o altitud.
Entre los diferentes tipos de suelo que podemos encontrar, estos son los perfiles predominantes:
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Suelos arcillosos
En nuestra bodega este tipo de terreno lo tenemos en pago de Los Silos, perteneciente al término municipal de Pesquera de Duero. Es un suelo con gran capacidad para retener nutrientes y agua. Los ciclos de maduración del Tempranillo (nuestra variedad mayoritaria) son más largos, logrando una uva equilibrada, de buena maduración fenólica y agradable acidez.
Los vinos que se obtienen son frescos y frutales, no tienen una alta graduación alcohólica y son muy estructurados.
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Suelos de margas yesíferas
Este tipo de suelo lo encontramos en nuestro pago de Carrapiñel. Las margas son suelos compuestos fundamentalmente por calcita y arcillas y en superficie se aprecian fragmentos de yeso espejuelo, a modo de cristales. Las uvas de este viñedo tienen una marcada personalidad. Su hollejo es grueso, firme, aportando una sensacional estructura al vino. Tienen un intenso aroma frutal y su acidez por lo general es baja.
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Arcillosos con afloramientos arenosos
Está presente en nuestro Viñedo de la Cruz de Canto.
La arena suaviza el terreno y lo hace más permeable. El tempranillo aquí plantado madura con facilidad, siendo ésta una de las parcelas que recogemos al inicio de vendimia, siempre más temprana que las viñas cultivadas en suelo predominantemente arcilloso.
Los vinos que se obtienen son potentes, concentrados y con estructura sedosa.
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Suelo arcilloso con canto rodado en superficie y también en profundidad
En Bodegas Comenge tenemos este suelo en el Pago la Nava, uno de nuestros viñedos más especiales. En este viñedo no tenemos plantado Tempranillo, sino Cabernet Sauvignon.
Se localiza muy cerca al río Duero, lo que crea un microclima muy peculiar que permite la maduración de esta variedad, que de forma general es mucho más tardía que el tempranillo.
Los cantos rodados guardan el calor del sol durante las cálidas mañanas del verano y lo van soltando durante la noche, mejorando las condiciones de maduración de esta variedad de ciclo largo.
El vino que obtenemos es sabroso y tiene una estupenda acidez y color.
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Laderas arcillo calcáreas
Son las presentes en Pago de la Magdalena y el Viñedo de los Ismas, sin duda dos de las parcelas más interesantes para Bodegas Comenge.
Como hemos comentado, retiene el agua y los nutrientes gracias a la gran cantidad de arcillas y la caliza favorece una fantástica maduración fenólica y una buena acumulación de azúcares en las bayas. Las uvas que obtenemos de estos viñedos son uvas pequeñas, sabrosas y concentradas, con mucho color y taninos finos.
Los vinos elaborados con las uvas de estas parcelas reúnen frescura y buena estructura, unas magníficas condiciones para su posterior crianza.
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Suelos calizos
Los suelos calizos en Bodegas Comenge podemos encontrarlos en el Pago Hontanillas que además tiene orientación sur, y en el Pago los Almendros, ambos situados a una gran altitud.
Son terrenos formados con distintos tipos de rocas que tienen niveles de carbonato cálcico muy altos. Son suelos secos, duros y pobres. Forman suelos blancos que reflejan la luz solar y, junto a nuestra orientación sur, permite la correcta maduración de las uvas. Tiene mucha importancia en el grosor de la piel y la acumulación de pigmentos y aromas.
En el vino se refleja con un alto contenido en alcohol, pero no muy alta acidez. El vino adquiere una personalidad única y una gran riqueza aromática, con taninos muy sedosos, de enorme elegancia.
Vemos grandes diferencias entre nuestros suelos y cada año tratamos de profundizar en el conocimiento de los mismos. Las condiciones meteorológicas cambian de añada en añada y esta comprensión es fundamental para adaptar cada unos de los viñedos. Este trabajo manual, ecológico, que prima siempre la calidad de la uva y la personalidad de cada viña sobre cualquier otra consideración, nos permite disfrutar cada año de unas uvas y unos mostos únicos, llenos de matices que enriquecerán nuestros vinos, en los que el suelo y su ecosistema tiene mucho que contar. Vinos que son, “de la tierra, su huella©”.
Aunque hay otros muchos factores que evidentemente también influyen en las características organolépticas de un vino, siempre hay que tomar el suelo como punto de partida.
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