vinocaliente

Con la llegada de la Navidad y la difusión de decenas de artículos, anuncios y reseñas varias en medios no especializados, es bastantes frecuente encontrarse con la denominación de vino como ‘caldo’.

Tanto sumilleres, como enólogos, periodistas especializados y profesionales del sector en general repudian el uso del término ‘caldo’ como sinónimo de vino; asunto con el que estamos totalmente de acuerdo por razones varias como su procedencia, elaboración, recipiente de consumo y, evidentemente, temperatura.

Sin embargo, en muchas ocasiones los profesionales de medios generalistas han defendido la acepción de caldo para referirse a vino porque no pueden repetir la misma palabra numerosas veces en un texto. Con ‘no pueden’ nos referimos a que las líneas editoriales de los medios de comunicación así lo indican y los libros de estilo son…como el ‘Libro Gordo de Petete’ de un periodista, su publicación de cabecera.

Estamos de acuerdo en que el empleo de ‘mosto de uva fermentado’ es demasiado largo para incluirlo en una reseña y, desde luego, no nos molesta en absoluto la repetición de la palabra vino. Pero, ¿por qué se comenzó a emplear el término caldo? Todas las cosas, tiene una razón de ser y, en este caso, nos debemos remontar a los usos históricos y culturales del vino.

Antiguamente el vino era considerado una parte más de la alimentación, una fuente de calorías indispensable para sobrellevar las arduas jornadas de trabajo. En la Edad Media en Europa el vino se calentaba y se le añadía alguna especia para sobre pasar los fríos días de invierno; aunque también en ocasiones se consumía frío.

El hipocrás, de hecho, fue una bebida muy extendida en aquellos tiempos elaborada a partir de vino tinto (normalmente procedente de Burdeos) con miel, un lujo al alcance de unos pocos.

Vino caliente, una bebida popular en Europa

A día de hoy, todavía se consume vino caliente en muchos países de Europa, desde la zona del Piamonte en Italia (donde no lo condimentan con nada), pasando por Polonia, hasta llegar al norte del continente, donde es particularmente popular en los mercadillos navideños.

El Glühwein o ‘vino caliente’ se bebe sobre todo en la época de adviento, es decir, en invierno y es muy habitual encontrarse con puestos ambulantes donde poder adquirirlo en Alemania. También es muy común comprarlo en ciudades de Noruega, Suecia, Hungría, República Checa, Dinamarca (donde añaden whisky y un poco de canela) y un largo etcétera.

El origen del nombre de nuestro vino Biberius, nace precisamente de Biberius Caldius Mero, «bebedor de vinos calientes», apodo que las tropas dieron al Emperador Tiberius Claudius Nero. Biberius queiere decir bebedor; mientras que Caldius siginifica caliente y  Merum es vino puro.

Si bien es cierto, en la mayoría de los países no se trata de vino caliente sin más, sino vino caliente con otros ingredientes que le aportan aromas, sabor, azúcar y otros nutrientes.

Por lo tanto, de igual forma que el vino (normalmente blanco) macerado con plantas aromáticas se le denomina vermú, sin buscar otro sinónimo que se le asemeje, estamos seguros de que el vino se le puede denominar siempre así, ‘vino’.

Parta terminar y con el fin de aclarar más la definición, nos hemos fijado en el significado de la palabra ‘caldo’ en la Real Academia de la lengua Española que, al igual que el libro de estilo es fundamental para un periodista, el diccionario lo es para cualquier hispano-hablante.

La RAE define ‘caldo’ en su segunda acepción como “jugo vegetal, especialmente el vino, extraído de los frutos y destinado a la alimentación”. Ahí queda eso.