¿Eres de los que ya se ha dado cuenta de que las Navidades están a la vuelta de la esquina? ¿Eres, tal vez, de los que año tras año no sabe qué regalar a esa persona con la que es tan difícil acertar? ¿Se te ha ocurrido pensar en la posibilidad de regalar enoturismo? Te damos unas cuantas razones para hacerlo, porque regalar enoturismo es una forma maravillosa de conseguir que alguien a quien tú quieres empiece el año rodeado de felicidad y de todos esos placeres que van, irremediablemente, asociados al vino, a su cultura y a su forma de vida.

Son pocas las razones que necesitan los amantes del vino para convencerles de que se apunten a una escapada enoturística y, menos aún, las que necesitan para convencerles de lo saludables y divertidas que son estas experiencias. En cualquier caso, en esta ocasión os damos alguna más que reforzarán la tan acertada decisión de regalar enoturismo a vuestros seres queridos estas Navidades o en cualquier otro momento del año.

1.     Descanso y aire puro en la Ribera del Duero, sin duda una región que no puedes dejar de visitar. ¿Sabes de alguien que aun no haya visitado alguna de sus bodegas, se haya acercado hasta cualquiera de sus castillos medievales o no sepa todavía lo que es disfrutar de un buen asado de lechazo acompañado de vino de la Ribera del Duero? Sus paisajes, su aire puro y sus tesoros arquitectónicos llaman a visitantes, pero su gastronomía y su vino son los que los mantienen allí, al calor de la hoguera en estos días fríos de invierno.

2.   Hacer enoturismo es contribuir al desarrollo rural. El vino y toda su industria han contribuido al desarrollo de muchas zonas rurales. Muchas de las poblaciones han encontrado en la industria del vino la forma de crear riqueza y han convertido a su producto estrella en la excusa perfecta para mostrar al resto del mundo otras de las tantas maravillas entre las que éste nace, crece y se desarrolla para poder terminar después en el paladar de sus visitantes. Si regalas una escapada enoturística, estarás contribuyendo al enriquecimiento personal no solo de aquel a quien regalas, sino al de la región a la que has decidido enviar al receptor de tu estupendo regalo.

 3.     Regalar enoturismo es regalar momentos de felicidad, y lo es porque favorece la tranquilidad y hace que desaparezca el estrés; lo es porque tu estado de ánimo se vuelve contagioso y consigues trasladar la alegría del momento a quien te acompaña; lo es porque el consumo moderado de vino genera endorfinas o esos neurotransmisores que se encargan de hacernos sentir bienestar y felicidad. ¿Cuál es el objetivo con el que regalamos? ¿No buscamos la alegría y la felicidad ajena?

 4.     El enoturismo es sinónimo de encanto y el encanto es sinónimo de elegancia, una elegancia capaz de adaptarse a cada presupuesto y hacerlo a través de una oferta que puede responder a las más diversas necesidades. Puedes regalar enoturismo en primavera, verano, otoño o invierno, siempre estará ahí, cada estación tiene sus particularidades, su paisaje, sus productos de temporada, su vino para la ocasión.

5.        Enoturismo y deporte, el binomio mejor pensado. ¿Qué te pide el cuerpo después de un largo paseo, de la práctica del senderismo o de una vuelta a caballo? Si te gusta el vino, ya tienes la respuesta.

¿Has decidido ya cuál de estas razones para regalar enoturismo conseguirá que el complicado receptor de tu regalo deje de serlo? ¿Cuál es la que posiblemente le convierta en el más ferviente seguidor de las rutas del vino y en un enoturista incondicional?