La recogida de la uva en Bodegas Comenge llegó a su fin el viernes 13 de octubre, con una producción total que ronda los 170.000 kilos de uva, siendo la última bodega de la Denominación de Origen Ribera del Duero en meter uva en el lagar.
La vendimia 2017 ha sido una de las más adelantadas de la historia -comenzó el 14 de septiembre con la uva Tempranillo-, y también una de las más escalonadas.
Debido a las fuertes heladas sufridas a finales de abril y principios de mayo, la maduración de los racimos no ha sido tan homogénea como otros años y se puede decir que prácticamente ha habido tres vendimias: una del 14 al 18 de septiembre, en la que recogimos las uvas de los viñedos exentos de daños por la helada, otra del 25 al 28 para las parcelas de Tempranillo que presentaban una mayor heterogeneidad en la maduración y una última el día 13 de octubre, en la que se ha vendimiado la variedad Cabernet Sauvingon, siempre la más tardía.
Dado que la variedad Cabernet Sauvignon tiene un ciclo de maduración extremadamente largo, las características climáticas de la presente añada – seca y con un verano extenso que se ha prolongado hasta bien entrado el otoño– le han permitido alcanzar una maduración fenólica excepcional, estando posiblemente ante la añada con mejor calidad para Cabernet sauvignon en toda la historia de la D.O. Ribera de Duero, según explica Rafael Cuerda.
Poca uva, pero de gran calidad
Las inclemencias meteorológicas registradas a lo lago del ciclo vegetativo no han afectado a toda la Ribera del Duero por igual, como tampoco a todas las parcelas de Bodegas Comenge. En algunas zonas se han registrado pérdidas del 89% de la cosecha y en otras apenas nada, quedando la media de reducción con respecto a la media de años anteriores en el nada despreciable 43%.
Por suerte, la viña de donde procede la uva para elaborar el vino Don Miguel Comenge –el Pago de las Hontanillas-, se ha salvado del daño del hielo y del granizo. También ha tenido relativa suerte los viñedos ubicados en Pesquera de Duero. Ha sido el viñedo que rodea a la bodega el más afectado por el hielo y por la severísima sequía que nos ha acompañado durante todo el ciclo vegetativo de la vid.
En general, la cosecha 2017 se caracteriza por los bajos rendimientos por hectárea en todos los viñedos, algunos de ellos por debajo de los 1.000 kg/Ha, pero en contraposición por la excelente calidad de la misma. Racimos perfectamente sanos, de bayas pequeñas, con buena maduración y mucha concentración de aromas y color, perfectas para elaborar vinos de largas crianzas.
¿Cómo se serán los vinos de la añada 2017?
Según los parámetros analíticos de los mostos y ahora de los vinos recién fermentados, así como las primeras percepciones en cata, la cosecha 2017 se muestra potente, concentrada, muy expresiva, con unos taninos firmes que necesitarán tiempo y una buena crianza en barrica para alcanzar toda la finura y elegancia de la que es capaz la variedad Tempranillo.
Como en toda añada seca, la acidez de los mostos es más bajo y el pH más alto de lo deseable. En este sentido la decisión del momento óptimo de vendimia ha sido fundamental para no perder el deseado equilibrio de los distintos parámetros de maduración. Un año para “hilar fino”.
Con el objetivo de mantener la línea de los vinos de Bodegas Comenge, caracterizados por su frescor y predominio de los aromas primarios, se han realizado las primeras fermentaciones con levaduras “no saccharomyces” seleccionadas en nuestro viñedo, capaces de transformar parte de los azúcares de la uva en ácido láctico. Esta estrategia nos permite mejorar de forma natural la acidez del vino y a la vez moderar su grado alcohólico.
También se ha apostado por practicar maceraciones pre-fermentativas en frío (por debajo de los 10ºC) y realizar delicados remontados, con el fin de evitar la excesiva extracción de compuestos polifenólicos.
En resumen, las primeras percepciones en cata revelan “vinos frescos, muy aromáticos, potentes, con mucho color y boca estructurada, que van a tener que pasar en barrica más tiempo de lo habitual, sobre todo los jóvenes como Biberius, que probablemente necesite alrededor de ocho meses de crianza en barrica”, tal y como explica el enólogo Rafael Cuerda.
Una añada tan especial como interesante, donde será fundamental el buen hacer de los expertos en las bodegas.
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