En cualquier ámbito de la vida en el que pensemos o al que, en un momento dado hagamos referencia, bien porque forme parte de nuestra rutina, bien porque nos gustaría que lo hiciera, siempre está regido e influido por nuestra idea de calidad, la
verbalicemos o no. La calidad del trabajo, del ocio, de la cultura, del tiempo y del consumo de cada uno de ellos, no importa; la calidad o la falta de ésta, está íntimamente ligada a cada uno de los ámbitos de nuestra vida. Con el vino, no podía ser de otra manera. Como protagonista indiscutible de muchos de estos momentos, el vino de calidad mejora cualquier calificación, opinión y recuerdo durante el que se consumió y estuvo presente.
No siempre es fácil definir calidad. Hay ocasiones en las que debemos sacrificar un concepto por otro, aquellas, por ejemplo, que obligan a tener que renunciar a cantidad en favor de calidad. Con el vino, sin embargo, no tiene por qué ser así, nuestro producto favorito, la alegría de nuestra mesa, puede abarcarlo todo; puede concentrar en una sola botella lo necesario y fundamental para dotarlo de una calidad susceptible de ser transformada en alegría y trasladada a quienes lo consumen mientras se comparte alrededor de una mesa.
La calidad nunca es un accidente
Y es que, como decía John Ruskin, crítico y escritor británico del s.XIX: “la calidad nunca es un accidente; siempre es el resultado de un esfuerzo de la inteligencia”. También hay quien, como Bodegas Comenge, precisamente, ha tenido claro desde el principio esta afirmación y quien ha llevado hasta sus últimas consecuencias, siempre en materia de vino, aquello de “calidad y buen precio no tienen desprecio”. Cualquiera de sus vinos son el resultado de una viticultura ecológica, de
unos cuidados precisos, de un trato amable y respetuoso que han conseguido traducirse en frescura y carácter alegre que, en definitiva, han conseguido reunir aquellos términos con los que identificamos un vino de calidad, sean cuales sean las
preferencias y gustos individuales de sus consumidores. Nos negamos a sustituir por máquinas las manos que acarician las uvas.
Bodegas Comenge sabe que el secreto está en ser capaz de despertar los sentidos y, a partir de aquí, en añadir a su producto aspectos capaces de influir en su consumo y en la elección de una u otra denominación de origen. Sin descuidar la imagen ni el precio y, atendiendo siempre a la percepción que un producto como el vino puede crear entre sus habituales, Comenge ha conseguido que definir vino de calidad sea algo fácil. Le ha puesto nombre, le ha dado forma y ha materializado el término calidad: respeto al medio ambiente, investigación como herramienta de mejora permanente y un excepcional equipo humano detrás de cada proceso; lo mejor de la Ribera del Duero, una tierra excepcional, reflejada en cada botella son la respuesta a la no poco frecuente pregunta de “¿qué es un vino de calidad? “
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