En el sector del vino, como en tantos otros, permanecen aun una serie de prejuicios, ideas, en definitiva, una serie de costumbres que el tiempo se ha encargado de difuminar y desmentir a pesar de que en su día pudieron tener su razón de ser. Muchos de nosotros hemos conocido tiempos en los que cualquier botella de vino que no estuviera sellada con un tapón de corcho, era inmediatamente calificada de poca calidad. Sin embargo, el tiempo y con él la evolución de las técnicas de venta destinadas a llamar la atención del consumidor y por supuesto, la tecnología, han terminado con este tipo de juicios.

Y es que en el vino como en otras industrias, el descubrimiento de muchas de las propiedades que poseen algunos materiales, ha sabido aprovecharse y emplearse para según qué fines. Esto es lo que ha ocurrido con los materiales empleados actualmente en los cierres de las botellas de vino. El corcho, rey de los tapones por excelencia, es a veces sustituido por materiales sintéticos, tapones de rosca o incluso cristal, en función de las características del vino que contenga la botella. Al final, cada tapón de cada botella ocupa su lugar por algo que, no necesariamente, tiene por qué asociarse a la calidad del producto que contiene.

Entre los principales tipos de cierres de las botellas de vino, el corcho es aun el más empleado y él, como todos los demás, presenta tanto ventajas como inconvenientes. El hecho de que España sea uno de los principales proveedores de corcho, es una de las razones que justifican que en nuestro país se emplee mucho más que otro tipo de cierres; los tapones de corcho, ligeros y resistentes, influyen en los aromas del vino y garantizan la conservación del vino, especialmente si se trata de aquellos que deben continuar su proceso de maduración una vez embotellados.

Entre los inconvenientes que presentan los tapones de corcho, está la posibilidad de padecer un tipo de hongo que por el contrario, no se encuentra en tapones sintéticos.

Los tapones sintéticos

Los tapones sintéticos, elaborados con silicona u otro tipo de material de plástico son mucho más económicos que los primeros y permiten el empleo de colores diferentes, abriendo con ello una puerta a la creatividad del diseño de la tradicional botella de vino. ¿El inconveniente? No es recomendable su uso en vinos que vayan estar almacenados durante largos periodos de tiempo.

Los materiales de los tapones que nos ocupan a continuación, menos tradicionales y fruto de la innovación, suelen encontrarse en industrias vinícolas con poca historia. Es el caso de los tapones de rosca hechos de aluminio que con su presencia terminan con la tradicional acción de descorchar una botella que tanta ilusión y disfrute proporciona a quien la abre.

Pero la comodidad y la rapidez han llegado también hasta los tapones de las botellas de vino. El conocido sistema ‘abrefácil’ que tanto se agradece en otro tipo de productos de alimentación, se ha instalado en algunos tipos de vino y en las botellas comercializadas principalmente, en algunos países anglosajones. Este cierre conocido como Zork fabricado con plástico conserva la sensación de descorche pero no puede reutilizarse.

Lejos de la comodidad y más cerca de la estética, están los tapones de cristal, un material aun desconocido que llega con la intención de dar un toque de elegancia a las botellas de vino y que pretende transmitir la imagen de un producto de calidad. Por sus características, el cristal no influye en el aroma del vino y puede ser reciclado. En este caso, lo encontramos en las botellas de vinos jóvenes de Alemania, Suiza y Austria.

Los tapones de vino son uno de esos componentes de esta industria que más juego dan a quienes quieren introducir el diseño en sus botellas, a quienes están dispuestos a arriesgar en el aspecto de un producto tan tradicional que no por ello, se cierra a la llegada de los avances que la tecnología le tiene preparado. Si quieres saber como abrir la botella con un corcho roto haz clic aquí.