Si la Real Academia de la Lengua Española acepta almóndiga y cocreta, ¿cómo no va aceptar tapear si forma parte de nuestra cultura? Una costumbre que los turistas extranjeros vienen buscando y que se ha exportado a otros países, quizás no con tanto éxito como en España.
Tapa, dícese de una “pequeña porción de algún alimento que se sirve como acompañamiento de una bebida”. Así define la RAE, en su octava acepción, a la reina de las barras de los bares españoles; aunque bien debería ser la primera, porque no deja de ser seña de identidad Made in Spain.
Pero, ¿dónde nació la tapa? Porque a lo largo y ancho del país se tapea de diferente forma y también es muy español agenciarse el origen de las cosas, ¡y más con la rica gastronomía que contamos!
Lo más lógico es pensar que nació en las barras de los primeros bares, como idea de un tabernero. Pero ¿y si te decimos que pudo ser una ocurrencia real, de la realeza?
Tapas: el origen
Tapa parece que viene más del verbo tapar (lo de tapear vino después). Y no pensó mucho el que acuñó el término, porque esa es la principal teoría: era costumbre tapar los vasos de vino con rebanadas de pan y lonchas de jamón para que no entrase polvo, suciedad ni ningún mosquito u otros bichitos.
Pero versiones hay tantas como tapas en las cartas y barras de nuestros bares. ¿Cuál es la más creíble? La que más te guste.
Hay quien sitúa el comienzo de la tapa, tal y como la conocemos hoy, en la posguerra, porque paliaban el hambre que azotó a muchas zonas del país comiendo pequeñas porciones de algún alimento.
Le sigue la teoría de la aparición de los bares y la cortesía de los dueños con sus clientes: ofrecer aperitivos salados que incitaran a consumir más.
Por otro lado, están las versiones donde un rey es el protagonista. Uno de ellos es Alfonso X que, de ser verdad, entendemos que se le apodara El Sabio. Por prescripción médica, debía beber sorbitos de vino a lo largo del día. Para evitar la embriaguez, los acompañaba de pequeños bocados de comida. Posteriormente, pidió a los mesones de Castilla ofrecer comida con la bebida para tapar los efectos del alcohol.
Luego vinieron Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, que, en un viaje a Cádiz, y con viento de levante, pararon en una venta. El rey pidió una loncha de embutido para tapar su vaso de vino y el tabernero le trajo una de jamón: “aquí tiene su tapa, majestad”. Algo que años después le sucedió a Alfonso XII en una visita a Jerez.
Algo similar ocurrió con Felipe II que, cuando iba a ver las obras de El Escorial, paraba en las tabernas del camino, donde le esperaban con jarras de vino tapadas con jamón para que no le entrase polvo.
Misma ocurrencia tuvieron en los círculos burgueses y clubes privados de Sevilla en el siglo XVII o en las tabernas madrileñas. Algo a lo que ya se hacía referencia en las páginas de El Lazarillo de Tormes, en El Quijote o en Vida del Buscón, donde Quevedo hacía alusión a las tapa, usando las palabras aviso o avisillo.
Y, finalmente, existe otra teoría que sitúa el origen en el campo y en la necesidad de los labriegos de comer algo a media mañana.
¿Con cuál te quedas?
Tapas en España
Tengo gambas, tengo chopitos, tengo croquetas, tengo jamón… ese camarero con bolígrafo en mano cantando la lista de tapas es algo que se está perdiendo. Menos mal que el concepto se mantiene.
Siempre surgen las listas de las mejores ciudades para tapear: en Granada o Almería te la dan gratis, en Castilla y León también (en algunas ciudades) y sueles encontrarte las barras llenas de pinchos para elegir. Pincho se llama también en La Rioja, y con tx en el País Vasco. En el sur, las tapitas también son un gran reclamo. Y, en Madrid, nunca faltan unas aceitunas o unas patatas fritas.
En casi todas las zonas de referencia del tapeo, aprovechan para dar a conocer sus platos típicos en formato mini: paellas, patatas revolconas o meneadas, torreznos, patatas al cabrales, puntillitas… Pero en España, irse de tapas, de pinchos o de poteo es deporte nacional y casi de debido cumplimiento.
Gratis con la bebida, o no, nunca puede faltar una tortilla de patatas, unas bravas, ensaladilla, jamón, calamares, croquetas… y así hasta repasar todas y cada una de las tapas que podemos encontrar en los miles de bares del país. “Bares, qué lugares. Tan gratos para conversar”, que cantaba Gabinete Caligari. Y es que tapear lleva intrínseco el concepto de socializar, como el vino.
Se instauró como un picoteo o piscolabis antes de almorzar y ahora ya también se opta por comer o cenar de tapas. Aunque en los últimos años han proliferado los gastrobares, que ofrecen tapas más elaboradas y que se cobran a parte. Una evolución que no desbanca en absoluto al tapeo puro y duro en las zonas donde está más arraigado.
Aunque para ser fieles al concepto real de tapa, hay que especificar que su tamaño deber ser el apropiado para consumir de uno o dos bocados. Un requisito fundamental en algunos concursos de tapas del país.
Comenge, en el III Campeonato de Tapas y Pintxos de Castilla y León
Sin duda, a lo largo de la historia, la tapa ha ido unida a un vaso o copa de vino. Por suerte, en Castilla y León se mantiene la esencia del tapeo y se organizan concursos para elegir la mejor tapa y pinchos de la región.
Una difícil tarea a la que se enfrentó la Brand ambassador de Bodegas Comenge, Pilar Hernández. Como jurado del último certamen celebrado: III Campeonato de Tapas y Pintxos de Castilla y León.
Finalmente, se alzó con el primer premio el restaurante Xirex de Santa Marta de Tormes, en Salamanca, por su ‘Xeetox’: una versión de los tradicionales callos, imitando el formato de unos conocidos aperitivos salados y su bolsa.
El segundo clasificado fue el Gastrobar Sabores de Valladolid y el tercero, La Chistera de Soria.
Dos jornadas muy interesantes, con cantidad de personas dispuestas a demostrar su valía y la gran riqueza gastronómica que se puede encontrar en nuestra comunidad.
¡Enhorabuena al ganador y a todos los participantes! Para Bodegas Comenge fue un placer participar y ser el vino principal de la cena del campeonato.
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